Me
divierte ver, desde mi ventana, la prudencia de los pájaros que, antes y
después de comerse una hormiga, levantan la cabeza para detectar los peligros.
El
leopardo tiene un comportamiento verdaderamente felino.
Pues
bien, su prudencia no es exactamente prudencia, sino un dejarse llevar por el
instinto. No conducen su vida, los animales.
Gracias
a la imaginación, como computadoras, realizan "argumentaciones"
condicionales (digitales), del tipo si A, B.
El
conocimiento "sensible" que tiene un animal no es más que una fase de
su comportamiento. Los animales no pasan de tener imágenes, asociaciones.
No
son prudentes, pues no son ellos los que dirigen sus vidas.
De esto habla Polo en "Ética".
Hacia una versión moderna de los temas clásicos. 2ª edición. Unión Editorial.
p. 51.4
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