La
prudencia crece en el ser humano estableciendo conexiones permanentes entre
ideas "universales".
Las
conexiones neuronales en el cerebro de los animales determinan ciertos
"razonamientos" condicionales (de tipo digital: si A, B) que dirigen
su comportamiento.
Pero
los animales no poseen ideas universales.
Primero
porque no pueden "poseer", no son un quién exterior a su cerebro
capaz de "tener".
Y
también porque no pueden pensar "constantes" que se puedan comparar
con otras.
Una
idea universal es un objeto pensado, suficientemente estable para que al
compararlo con otro pueda atribuirse a la conexión un carácter permanente.
Ejemplo:
"esto" es agua. Las notas de la idea "agua" valen por sí
autónomamente. No necesito pensar el fuego para saber que "esto es
agua".
Un
chimpancé puede llegar a apagar el fuego con el agua de un cubo. Pero nunca
sabrá que "esto es agua".
Pues
bien, la prudencia exige, sin duda, tener en cuenta los razonamientos
condicionales, como los animales, pero añade la conexión de ideas,
constituyendo una especie de sistema, una estructura compleja.
Aprendo,
con la experiencia, a ser prudente.
De esto habla Polo en "Ética".
Hacia una versión moderna de los temas clásicos. 2ª edición. Unión Editorial.
p. 51.4
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