El valor donal de la vida se
corresponde con el valor donal de la muerte.
La vida es para consumirla
(esto es la muerte, la consumición: se acabó de formar el don en esta vida) y
para consumarla (esto es la vida, la consumación, sumar y sumar, crecer en sus
tres dimensiones: fe, trabajo y amistad).
La vida es el don que nos
instala en la vida eterna al ser aceptado por Dios.
Ofrecer o dar la vida, no es
solamente compartir la vida, sino decir "no quiero vivir, lo que quiero es
vivir contigo". No me importa la vida, me importas tú.
Es lo que se llama "desvivirse".
Morir de amor.
De
ahí que la muerte como don sea dolorosa, pues más que la pérdida de la vida, lo
que se siente es la pérdida del amado.
Es un dar sin reservarse nada.
El
Cuerpo de Cristo sufrió muerte, pues por tres días perdió la visión beatífica
que su cuerpo le daba. Perdió, humanamente, la visión del Amado, aunque
divinamente la conservara gozoso.
Ideas inspiradas en Ignacio Falgueras en "El
abandono final".
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