Sí. La muerte tiene importancia para Heidegger porque
le da sentido a la vida.
Sin embargo, al aceptarla como término ineludible, se
incapacita para entender la libertad radical.
Somos libres sólo para darle sentido a nuestra vida,
pero la vida se acaba.
La muerte tiene entonces una importancia desorbitada y
provoca el centrarse en la realización del sentido que yo quiera darle a mi
vida.
En esta vertiente la antropología de Heidegger es una
antropología de la finitud o una ontología de la cultura (en definitiva, del
lenguaje): somos lo que llegamos a decir y nada más.
La muerte le sirve a Heidegger como cañamazo para el
vivir. Precisamente porque nos damos cuenta de que morimos somos seres con
proyectos; si no, nos limitaríamos a pasar.
De
esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p.
209.2
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