Polo juega con la muerte con ritmo personal, dando un
paso doble.
El primer paso es darse cuenta de que la unión del
cuerpo con el alma no es suficientemente estrecha para resistir los altos
vuelos. Es decir, hay que reconocer que somos mortales.
El segundo paso, o paso doble, consiste en dejarle la
iniciativa al alma. Es el alma la que debe tirar del cuerpo, informarlo mejor,
comprenderlo, esencializarlo.
Pero atención, el alma no es “sujeto” independiente.
El alma debe dejarse guiar por la música.
Para saber bailar con la muerte, con nuestra debilidad
congénita, necesitamos el refuerzo de la persona, que es actividad inagotable,
futuro indesfuturizable, futuro que no acaba.
De
esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 215,
2-3
.
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