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La vida crece en la medida en que depende más de Dios. (En la medida en que depende más de Cristo).
La
vida, en tanto que actividad esencial, es más o menos intensa, según la
dependencia del Amar.
(No
hablamos aquí de la dimensión trascendental del crecimiento de la vida).
La
vida crece.
El
don esencial no está completo de un golpe.
La
vida, en tanto que esencia, crece adquiriendo virtudes.
Cuanta
más virtud, la vida es más alta.
La
virtud más alta es la Caridad, que se identifica con el Don que Dios espera de
nosotros.
En
el caminar de la vida, nos encontramos en diversas situaciones, en el que aún
no hemos podido ejercer la Caridad más alta. La estamos adquiriendo.
En
el tiempo va creciendo la virtud, de la
que podemos disponer si queremos (a modo de virtud). Pero a veces no podemos
ejercer la virtud, porque carecemos aún de ella (sin falta nuestra) o porque
las condiciones temporales impiden su ejercicio.
En
la otra Vida, cuando Dios acepte nuestro don (nuestra vida), ya estaremos
incluidos en el ámbito de la máxima amplitud (pero sin el temor al pecado, que
es el error peculiar de la libertad huérfana).
Entonces la Vida crece
de otra manera, es un crecimiento intrínseco sin culminación, jugaremos con
ella, cantando con los Ángeles o paseándonos con quien queramos (por el sendero
sombreado que bien conozco).
Cuando Dios acepte
nuestro don, la esencia deviene trascendental, traspasada por el Don de Dios,
nuestro Destino.
Pueden ustedes encontrar
en este blog una Página muy extensa sobre la vida. Basta pinchar aquí :
https://preguntaspolianas.blogspot.com/p/la-vida.html
Este artículo fue
publicado en Miscelánea poliana en 2020 : https://www.leonardopolo.net/docs/MP69-F.pdf
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