Polo repite la fórmula "el yo pensado no piensa", para
señalar de una parte que lo que se piensa, lo pensado, es irreal, (y por lo
tanto no puede pensar).
Lo que es real es el acto, y no el objeto pensado.
Pero esta fórmula aclara también cómo en los actos intelectuales el yo se
limita a asimilar lo iluminado, mientras que en los actos de la voluntad el yo
constituye el acto, desvelando a la persona.
"El yo pensado no piensa" mientras que "el yo queriente
quiere".
El yo es queriente al querer.
El yo está en el acto voluntario. Está añadiéndose.
El yo no está en el acto intelectual, lo que hace es asimilar lo otro,
traer a sí mismo lo otro.
En la voluntad hay algo así como la creación de una verdad. La verdad de la
voluntad que quiere.
Para que haya amor, para que haya comunión de personas, no basta conocerse,
la persona debe comprometerse en el querer, autodesvelarse dándose,
queriéndose.
Ideas inspiradas en la
pregunta nº 6 de "ANALÍTICA DEL AMOR". Entrevista de Juan Cruz Cruz
con Leonardo Polo, que pueden ustedes encontrar en el nº 33 de la revista
Miscelánea poliana.
Para
saber más vayan a las etiquetas de este blog:
18.1.1 analítica del amor;
1.2.2 amor ;
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