La verdad es el desvelamiento del Ser.
Sin embargo, no siempre hablamos de la verdad en el
mismo sentido.
En el lenguaje corriente existe un sentido práctico de
la verdad : el no ser engañados. Es la verdad moral. Es la verdad
que nos sirve para la vida, para entendernos. Sin ella el trabajo deviene
imposible, y la convivencia, y el amor.
También empleamos usualmente la verdad para designar
que no nos equivocamos en nuestros
razonamientos. Entonces la verdad es
lo correcto. Y se puede asimilar al crecimiento en hábitos y virtudes,
pues cada vez podemos saber más.
Pero aquí queremos responder con el sentido más profundo de la verdad, el sentido filosófico
primario de verdad.
En griego, verdad se dice alethéia.
Alethéia puede traducirse como "desvelamiento",
lo no oculto, lo des-cubierto.
Otra traducción es "lo que no cae en el
olvido".
La verdad es lo que, al mantenerse en presencia, no se
sume en el tiempo, y por tanto, no cae en el olvido.
Esta primera versión filosófica de la verdad se
asimila al descubrimiento de lo
actual. Es la teoría.
El sentido más alto de la verdad, sin embargo, no es
ése.
En la introducción de la encíclica Caritas in veritate, Benedicto XVI habla
de la verdad de cada hombre, el proyecto de Dios para cada uno. Es la verdad
que coincide con la descripción que hace Polo de la verdad personal.
Léase a este propósito, con gozo, el capítulo de Quién
es el hombre, p.249, sobre el encuentro con la verdad. Con mi verdad personal.
En definitiva tenemos:
la verdad personal o destino de cada quién;
la verdad actual o teoría;
la verdad como crecimiento habitual;
la verdad moral.
Glosa
a Polo en Introducción a la Filosofía, p.39
Para
saber más sobre la actualidad ver Etiqueta 2.4.1
.
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