La filosofía clásica considera que los hábitos adquiridos perfeccionan la potencia intelectual. La inteligencia no "se olvida" de que ha ejercido operaciones; dicho ejercicio queda retenido en ella en forma de hábito, de tal modo que la inteligencia tiene la disposición para repetir la operación.
Se crea así una "familiarización" con la temática objetiva de las operaciones que permite volver a pensar de ese modo.
Los hábitos serían algo así como una memoria intelectual, o una especie de depósito, pero sin ser actos cognoscitivos en sentido pleno.
La discrepancia de Polo en este punto se centra en que los hábitos intelectuales adquiridos son también temáticos.
El tema de los hábitos es para don Leonardo la manifestación o iluminación de la operación.
Nos damos cuenta de lo que pensamos objetivamente.
Conocemos que estamos conociendo, que es más que simplemente conocer objetivamente un perro o un gato.
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