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Quiere decir que cuando la coexistencia que somos alcanza el futuro, incluso alcanzada su culminación o fracaso, la persona humana seguirá siempre abierta al futuro; porque coexistir es una actividad existencial inagotable.
El futuro de la persona humana no es, pues,
desfuturizable, porque, de una parte, la culminación o fracaso de la
coexistencia personal no depende solo del ser humano: ya que propiamente no
está en sus manos, sino que le excede.
Quiere decir que cuando la coexistencia que somos alcanza el futuro, incluso alcanzada su culminación o fracaso, la persona humana seguirá siempre abierta al futuro; porque coexistir es una actividad existencial inagotable.
Suelo decir que Dios nos eleva sin cesar.
Y por otra parte, solidariamente con ello, la
posesión del futuro por parte de la persona humana es una posesión que no lo
desfuturiza, que no es desfuturizante de él.
Esto quiere decir que, por tratarse de un futuro
no desfuturizable, el ser humano no es capaz de apropiarse de él y detenerlo:
el futuro se le escapa; si lo atrapara, el futuro se desfuturaría: se haría
presente y ya no sería futuro.
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Ideas sacadas del “compendio” de
Antropología “el hombre como persona” de Juan A. García González.
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