La difusión es como una
degradación.
La efusión es
incrementativa.
Los antiguos decían que bonum est
diffusivum sui.
Pero lo que deriva del bien que quiere la voluntad, es inferior al bien: va
hacia abajo.
En cambio, el amar trascendental es incrementativo. Es en este sentido en
el que hablamos de efusión.
El amar personal "crea" el querer de la voluntad, la verdad de la
voluntad que afirma al otro.
De ahí que siempre que aparece el bien hubo, trascendentalmente, una
efusión incrementativa del ser.
Esto no obsta, al contrario, para que el bien se difunda, en la medida en
que pueda ser acogido por el otro o por lo otro.
Ideas inspiradas en la preguntas nº 9 de
"ANALÍTICA DEL AMOR". Entrevista de Juan Cruz Cruz con Leonardo Polo,
que pueden ustedes encontrar en el nº 33 de la revista Miscelánea poliana.
Para saber más vayan a las etiquetas de este
blog:
18.1.1 analítica del amor;
1.13.1 efusión;
5.2.2 bien
.
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