No debemos pensar la realidad, el ser que existe "aunque yo no lo piense", como un todo, como un mosaico compuesto de múltiples teselas.
1. Dios es real. Acto puro. Identidad.
2. El ángel y el hombre son acto personal. Realidad abierta por dentro, capaz de conocer y amar.
3. El universo es acto de ser sencillo.
Las tres realidades, Dios, persona, universo, no están en el mismo nivel. No se pueden connumerar.
La realidad pensada no es realidad física.
Un perro pensado no muerde.
El acto de conocer un árbol no es un árbol. Está a otro nivel, superior.
Son realidades distintas "jerárquicamente".
Filósofo es el que las admira. Admiremos la jerarquía de la realidad.
De un lado el orden del universo. El firmamento. La realidad de una noche estrellada.
De otro lado el orden en mi conocimiento: la realidad que se desvela en mí. Soy capaz de poseerla intencionalmente y amarla.
Pero cuando digo "de un lado" y "de otro lado" no estoy hablando de dos realidades contiguas que compongan, como teselas, el mosaico de la realidad entera o "total".
La realidad no es un todo. La realidad es Acto.
Acto Puro del que dependen los actos "jerárquicamente" distintos.
Los actos superiores son más acto, capaces de más, capaces de conocer y amar.
Los actos inferiores, que pertenecen al nivel del acto de ser del universo son sencillos.
La realidad del espíritu (de los actos de ser que son abiertos por dentro) es distinta jerárquicamente de la realidad física.
No debemos pensarla componiendo un todo con la realidad física.
Una pantalla de ordenador, por mucho que brille, nunca podrá "ver".
No se pueden componer "pantalla" y "ver", formando un "todo".
Cuerpo y alma son dos realidades de distintio nivel. No forman un todo.
De esto habla Lluís Pifarré en su libro "Entender a Leonardo Polo", p. 42.4
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