La muerte es malísima para la persona humana, ya que
se interrumpe su manifestación corporal.
No es correcto imaginar que el alma escapa como un
pájaro de la jaula de su cuerpo.
El cuerpo no es una jaula sino cauce de nuestra
libertad.
La muerte es buena en cuanto que paso a una Vida
mejor, la de la resurrección, que permitirá a la persona manifestarse en un
mundo "nuevo", al ser el cuerpo glorificado (nuestro cuerpo y no
otro, ya que no podemos renunciar a nuestra historia), el mismo cuerpo ahora
glorioso. Nunca podremos dejar atrás a nuestros padres, a nuestra tierra, o a
nuestro sexo.
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