El cauce de la antropología cristiana es el concepto
de virtud.
El hombre es capaz de mejorarse, de mejorar su
naturaleza y alcanzar metas imprevisibles.
Entonces, puede responder libremente a la iniciativa
divina, a su misterio de amor.
El hombre es un hijo que puede cantarle a Dios, con su
vida, con su trabajo, con su arte.
Glosa
a Leonardo Polo. Tener y Dar. En "Sobre la existencia cristiana" p.
127.2
.
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