La
muerte cristiana es aceptar, con Cristo y como Cristo, el abandono de la
felicidad que la vida humana (nuestro cuerpo vivo) proporciona cuando crecemos
hacia Dios o vivimos en Dios.
Morir
cristianamente es aceptar ese abandono confiando en Dios, que nos
resucitará.
Un
morir arrepentidos, con dolor, del mal uso que hicimos de la vida, pero
sabiendo que Jesús reparará con su Muerte (con la Pascua de su Misa) cada uno
de nuestros desperfectos.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario