La metalógica de la libertad es comparable a un juego
de niños (vaya
mi recuerdo para Ricardo Yepes, que ya juega, en ese Cielo que tan bien nos
explicó).
Los pequeños se divierten imitando y corriendo tras su
hermano mayor. Se esconden. Danzan al compás.
Ése ir para arriba y para abajo, con volteretas, es la
armonía de la fiesta de la libertad.
La iniciativa creadora es divina.
Nos incluye en su máxima amplitud.
Entonces, el acto vital que somos, libertad
trascendental, sube y baja, cuando quiere, como quiere, cuando puede, como
puede.
El método poliano del abandono del límite mental es un
ejercicio intelectual que permite
-
advertir (1ª),
-
encontrar (2ª),
-
alcanzar (3ª) y
-
acceder (4ª)
a ese juego.
En asombrosa congruencia,
-
se advierte el ser extramental (1ª),
-
se encuentran los porqués
del Universo (2ª),
-
se sube hasta alcanzar a
saber quiénes somos (3ª), hijos!,
-
y se desciende de nuevo (4ª)
para encontrar los presentes que agradarán a mamá.
El método poliano es modesto.
No se trata de fabricar, sesudamente, un mundo
imaginario al que huimos irresponsablemente. No.
Se trata de un método, una propuesta, una vía (cuatro
vías) abiertas en la roca escarpada del ser, para entrar en un Mundo que nos es
dado, un regalo, que está más allá de lo efímero:
la libertad trascendental de
los hijos de Dios.
Es para volverse locos.
De
esto se habla en Juan A. García. La metalógica de la libertad… Studia Poliana
nº 10, 2008, p. 9, 3
Para
saber más:
Etiqueta
6.8 metalógica de la libertad
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2.1.1 el método del abandono
Etiqueta
2.1.1.1 abandono. 1ª dimensión
Etiqueta
2.1.1.2 abandono. 2ª dimensión
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2.1.1.3 abandono. 3ª dimensión
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2.1.1.4 abandono. 4ª dimensión
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