¿Por qué el ser personal humano es capaz de dar-se?

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La antropología del don podría resumirse con la expresión de Vargas: “El ser personal humano es capaz de dar-se porque es don que puede aceptar-se”.
 
Dicha expresión debe completarse, pues así, sin más, se está diciendo que el aceptar trascendental humano se convierte con el dar trascendental humano al referirse a un mismo don (el –se del aceptarse-se y el –se del dar-se).
Este don sería también trascendental.
Este don sería la donatio essendi.
Este don sería don de Dios y la persona lo acepta y lo da trascendentalmente.
 
Pero entonces ¿cuál sería el papel de la libertad si es Dios quien nos da todo lo que somos?
Pienso que Dios nos ha creado libres para que constituyamos libremente nuestro don.
 
Luego en el dar-se se da el don esencial.
Y en el aceptar-se se acepta el don trascendental.
 
Claro está que podernos darnos porque podemos aceptarnos, pues lo que aceptamos es nuestra capacidad de dar.
 
Dios nos da el ser. Y nos da un ser, capaz de dar.
Y nuestro don no está ya dado, debemos constituirlo.
Por eso decimos que el don personal humano es “esencial”.
 
Insisto, el ser personal humano es capaz de dar-se, porque Dios le ha dado la capacidad de dar. Pero lo que da no es su ser, sino el don que la persona constituye, el don esencial de su vida.
 
Por lo tanto: la antropología del don podría resumirse con la expresión de Vargas completándola: “El ser personal humano es capaz de dar-se (de dar su don esencial)  porque es don recibido de Dios que puede aceptar-se”.
Se acepta, dándose.
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Me explicaré de otra manera:
El ser personal es Don de Dios, que la persona humana debe aceptar.
Y gracias a la transparencia del amar personal (aceptar = dar), el Don recibido de Dios deviene Don-don.
Pero el -don es su esencia.
 

Don de Dios es el ser personal

-don de la persona es su vida, el crecimiento de su esencia.
 
Esto se entiende si tenemos en cuenta que el ser personal humano (Don de Dios), es capaz de dar-se (el –se que se da es la vida. La persona humana da su vida, lo que da es su esencia, su don).
 
Dios da el Don teniendo en cuenta el don.
Es un Don-don.
Hay cierta antecedencia del don, de la esencia, que indica la presencia de la libertad.
 
El don esencial deviene divino al ser aceptado por Dios.
Y entonces tenemos un Don-don.
 
Alargo, pues, la frase de Vargas, diciendo:
“El ser personal humano es capaz de dar-se porque es Don de Dios-y don humano,  que puede aceptar-se y dar-se”.
 

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Quizá las cosas se aclaran recordando los tres niveles del legítimo amor a sí mismo propuestos por Adam Solomiewiz:
 
a) El aceptar transcendental humano: amo a Dios y a quien soy en Dios. Es un aceptar la donatio essendi, el Don de Dios que soy. Entonces soy capaz de dar-me en el sentido de que acepto mi vocación.
 
b) El aceptar que soy hijo de Dios. Es el amor derivado del hábito de sabiduría. El amor sapiencial. Amo mi filiación. Soy capaz de dar-me en el sentido de que acepto ser hijo.
 
c) El aceptar mi yo. Es el amor derivado de la sindéresis. Amo mi yo, Doy mi vida, mi esencia. Soy capaz de dar-me en el sentido de que doy mi esencia, mi yo, mi vida.

  

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