La ética biológica es la ética que tiene que ver con
la vida, que está encarnada en el universo en el que estamos.
La ética "formal” son las normas desencarnadas.
El cuerpo humano, biológicamente, no es competitivo.
Si tuviera que adaptarse al ambiente, moriría. El cuerpo humano está hecho, naturalmente
para trabajar.
Desde que el hombre es "homo habilis"
aparecen una serie de normas biológicas.
Pertenece a la esencia del hombre, en cuanto ser vivo,
el trabajar, el modificar el entorno a través de su acción.
En los antecesores nuestros desde el punto de vista
morfológico, el habilis y el erectus, la estrategia de la
modificación del entorno por la acción competía con la estrategia de
adaptación. Y como carecían de inteligencia, venció la segunda. Eran especies
poco viables ya que su evolución estaba lanzada hacia una morfología potencial
(las manos). Necesitaban de la ética y la ética sólo es posible en tanto que el
hombre es libre.
Las "normas" humanas tienen que ver con la
vida biológica, impregnada de inteligencia. No es un capricho abstenerse de
beber la cicuta. O entender el deber de hacerlo.
De
esto habla Polo en "Ética". Hacia una versión moderna de los temas
clásicos. 2ª edición. Unión Editorial. p. 40.3
Para
saber más:
sobre
la ética, ver etiqueta 9.0.0
sobre
la evolución, ver etiqueta 9.1.0
sobre
el trabajo, ver etiqueta 9.2.0
sobre
el arranque de la ética, ver etiqueta 9.1.0
sobre
la esencia humana, ver etiqueta 6.1.0
.
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