Antes de la historia, el hombre tiene un conocimiento de su Origen.
Este conocimiento forma parte de la dotación recibida de Dios con vistas a su
culminación definitiva.
Conocimiento posible gracias a la integridad esencial en que el hombre
fue creado, en la que Polo llama Antehistoria.
El contenido de esa revelación debió ser el alcanzarnos como hijos,
gracias al hábito de sabiduría inocentemente ejercido.
La revelación primera se transparenta y al mismo tiempo se deforma en
las religiosidades posteriores.
Las más puras (como las de los pigmeos y patagones) captan a Dios como
padre y protector, constatando que se alejó en virtud de un acontecimiento
inmemorial que supuso la pérdida de la amistad del hombre con Dios.
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7.0.1: Antehistoria
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