Lo estrictamente propio de
la Revelación es la comunicación de la ultimidad en cuanto tal.
Se trata de una
anticipación de la Vida eterna, más o menos explícita.
Es una Revelación más allá
de lo que nosotros podemos buscar y encontrar.
Nosotros debemos esperar lo
inesperado, pero su aparición pertenece al Misterio de la intimidad de Dios, a
su iniciativa divina.
La posibilidad de la Revelación
no es activa de nuestra parte, pero sí lo es en cuanto potencia obediencial.
Así se explica, por
ejemplo, que tengamos la posibilidad de vivir tras la muerte junto a Dios,
cuando perdemos el cuerpo. Dios puede otorgarnos un cuerpo glorioso o inventar otro
modo de comunicación.
Aquí tenemos también el
implícito de la oración. Dios puede hablarnos sin que nosotros le busquemos.
Y Dios puede llamar a
nuestra puerta, sufriendo por nosotros, aunque la tengamos cerrada. Ahora
entiendo el que yo pueda también, con Él, sacrificarme, dolerme, por amor a mi
enemigo.
Ideas sacadas del libro de Polo
"Epistemología, creación y divinidad". Capítulo 2, 2. Itinerario de
la razón hacia la fe, p. 73.1
Para saber más ir a las
etiquetas:
1.2.3 Potencia obediencial;
5.13.3 Misterio;
5.13.3 Misterio;
12.0.1 Revelación;
6.9.4 buscar;
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