Mirad cómo lo veo yo: la
persona es "libertad trascendental", está incluida
atópicamente en el ámbito de la máxima amplitud.
Si fuéramos, en tanto que
personas, mujeres u hombres, es decir persona femenina o persona masculina, nuestra libertad no sería trascendental.
Estaríamos condicionados por nuestros genes.
La persona, en sí, no es ni
masculina ni femenina.
(No olvidemos que no existen
personas "en sí", la persona humana es, desde su concepción,
masculina o femenina). Pero la masculinidad o feminidad no le viene del ser
persona sino de su manifestación en el mundo, que depende también del
universo físico en el que está encarnada.
Por otra parte, la persona en
tanto que persona, según otro trascendental personal, el trascendental "Amar",
que es distinto del trascendental personal "Libertad" aunque se
convierten entre sí, es
aceptar-dar, pero le falta el don.
Y como no tiene réplica en su
interior, se abre, para buscar su réplica, para buscar a Quién dar y el don que
dar, que debe ser aceptado (en el Juicio).
Pues bien el "don"
es la esencia humana.
¿Dónde está radicada la
sexualidad? En Dios Creador, que nos ha creado insertándonos en el universo
físico. Es Dios quien nos ha creado para ser tal mujer y tal hombre, de tales
padres.
Clásicamente se decía que el
principio de individuación es la materia, estas carnes y estos huesos.
Ahora descubrimos que ese
principio no basta. La persona debe, libremente, esencializar, hacer suyos esas
carnes y esos huesos.
Desgraciadamente algunos en
nuestros días, no aceptan su lugar y su misión en el universo.
Cuando libremente aceptamos
el don de Dios y lo hacemos crecer (la vida es crecimiento a todos los
niveles), y lo otorgamos a los otros y en definitiva a Dios, vamos descubriendo
nuestra réplica, el don que seremos, libremente, toda la eternidad.
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