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Nuestro don esencial será trascendental en el Cielo. Aunque con una salvedad.
Salvador Piá pensó el amar donal como una
tríada vertical: dar-aceptar-don.
Alberto Vargas lo piensa como una tríada
horizontal en la que los tres miembros son trascendentales.
A mi entender, Adam Solomiewicz (p.38 de Scerpta) acierta
cuando propone que el amar donal es dual, con dos estructuras donales:
Primera: aceptar el actus essendi dado por Dios.
Segunda: dar a Dios el don esencial esperando su Aceptación.
El don que la persona
humana da, es esencial.
Es en la estructura donal
tercera (la Salvación) donde el don, al ser aceptado por Dios, es elevado a la
altura de la Comunión con Dios. Es lo que me he atrevido a llamar Don-don.
Dios, al asumir la
Humanidad de Cristo, asume en ella nuestros dones, que no se pueden mezclar con
la esencia divina. Nuestra Comunión no será nunca Identidad, sino filiación
divina adoptiva (esta es precisamente la salvedad de que hablábamos antes).
Vargas rechaza la 2ª
tesis de Polo sobre el amar donal (el dar y el aceptar comportan el don, que la
persona puede dar sólo a través de su
esencia (AT I pp250-251).
Solomiewicz sostiene que
el don es siempre esencial, por lo que la persona humana no es radicalmente
trina.
Pienso que el don será
trascendental en el Cielo.
Sin embargo, en esta vida, tenemos una anticipación de nuestra Comunión en Dios por la gracia santificante (es lo que hemos llamado "la pantalla del Var" en el mito del ascensor acristalado).
Nuestro don esencial será trascendental en el Cielo. Aunque con una salvedad.
Primera: aceptar el actus essendi dado por Dios.
Sin embargo, en esta vida, tenemos una anticipación de nuestra Comunión en Dios por la gracia santificante (es lo que hemos llamado "la pantalla del Var" en el mito del ascensor acristalado).
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El profesor Juan A. García explica muy bien el sentido transversal del carácter de además : que es precisamente la esencia humana, que procede del descenso o vuelta del co-ser humano a su punto de partida, que es el límite mental.
La esencia humana en el Cielo es trascendental en tanto que aceptada por Dios.
Aquí en la tierra todavía no es trascendental pues se está constituyendo.
Sin embargo, por la gracia, tenemos una anticipación de lo que seremos en el Cielo.
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