Es imposible conocerse enteramente sin el Otro. Sin el Amor del Otro.
Lo característico de la persona es el coexistir.
La persona nunca está aislada.
Una persona única es un absurdo pues no coexistiría.
El coexistir
o co-ser, no es una relación externa o sociológica, sino una característica
trascendental, radical. Nunca somos, íntimamente, "solos".
Dependemos siempre de otro. Estamos abiertos al otro.
Conocerse implica, por lo tanto,
conocer nuestras dependencias.
Y si no queremos conocerlas, no nos conoceremos.
La voluntad, el amor correspondido, aporta el conocimiento
de sí aceptando al otro.
Cuando hay enamoramiento, hay más correspondencia.
El único que puede decirme quién soy entera y
realmente es Dios.
Mi ser entero depende de Él. Coexisto en Él.
El hombre se conocerá absolutamente a sí mismo sólo en
el amor de Dios, en la comunión en Dios, al saber que me acepta, aceptando mi
vida.
Y al saber que me perdona y hace la fiesta conmigo y
con los míos, que son suyos. La amistad es comunitaria. Los dos (o los mil)
quieren lo mismo.
La única clave de bóveda de este asunto es el Amor de Dios.
En la otra vida el desvelamiento será completo: es el
“conoceréis como sois conocidos”, del que habla San Pablo. O sea, conoceremos
como Dios nos conoce y conoceremos a Dios como Él nos conoce. Amaremos a Dios
como Él nos ama.
Ideas inspiradas en la
pregunta nº 35 de "ANALÍTICA DEL AMOR". Entrevista de Juan Cruz Cruz
con Leonardo Polo, que pueden ustedes encontrar en el nº 33 de la revista
Miscelánea poliana.
Para
saber más vayan a las etiquetas de este blog:
18.1.1 analítica del amor;
1.2.2 amor;
1.5.0 otro;
6.2.0 el yo y la sindéresis.
5.18.0 glorificación o encuentro con Dios
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