La Revelación, al ser una iniciativa divina, es superior a la
fe intelectual, cuya iniciativa es humana.
Por la Revelación, Dios se nos muestra y comunica por encima
de lo que alcanza nuestro entendimiento.
El punto de partida y el contenido de la Revelación, son
distintos de la fe intelectual.
La fe intelectual parte del hombre que busca la verdad y con
ella la persona humana alcanza su más alto grado en el ejercicio de la
intelección.
Entonces, la fe intelectual se vierte sobre todo en
religiosidad.
Fruto de la fe intelectual es el descubrimiento de la
inmortalidad, así como de la existencia de un destino divino que nos
trasciende, y que nos juzgará según nuestras obras.
Por la Revelación, sin embargo, lo inesperado nos sale al
encuentro.
Lo inesperado que, por la fe intelectual esperamos, se nos
desvela en fe sobrenatural.
¡Qué bien se está!
Ideas sacadas del libro de Polo
"Epistemología, creación y divinidad". Capítulo 2, 2. Itinerario de
la razón hacia la fe, p. 73.2
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