La mente humana no es creadora, sin embargo de suyo es
infinita, al ser "devolutiva".
Intrínsecamente, a nivel trascendental, el Inteligir remite a lo primero en el ser.
A nivel esencial, la actividad de la inteligencia se
ejerce en varias direcciones.
Dos de esas direcciones son: la radicación en principios
y la ampliación de lo objetivo.
Veamos la radicación:
la inteligencia restituye aquello que posee (lo objetivo) radicándolo,
refiriendo lo conocido a sus principios, pudiendo alcanzar el acto de ser como
primer principio real. Ejemplo: la lechuza existe (gracias al acto de ser del
universo físico).
Veamos ahora la
ampliación de lo objetivo. La inteligencia aprovecha lo objetivado
proyectándolo y aumentando su conocimiento en un proceso al infinito que
llamamos "generalización".
Es el pensamiento especulativo. Ejemplo: la lechuza es
un ave nocturna, símbolo de la filosofía.
De una parte, la inteligencia es infinita, pues se
refiere a principios, restituyendo, devolviendo, al afirmar la principialidad
del ser, que es inagotable.
Y por otra parte es infinita en la apropiación de lo
objetivado mediante la generalización, según un proceso al infinito que no se
puede cerrar.
Sin embargo, lo objetivado también se devuelve a la
realidad física en tanto que está constituida en principios que se llaman causas
predicamentales.
Lo objetivado se devuelve a la realidad según la
causalidad.
En definitiva, la inteligibilidad se da siempre en lo
real, transitando a lo real.
Lo real son los principios.
Le mente humana se resuelve en principios al devolver
lo pensado a lo real.
Ideas sacadas del libro de Polo "Epistemología,
creación y divinidad". Capítulo 2, 5. Doble significado de la infinitud
intelectual
Para saber más ir a las etiquetas:
5.5.2 Inteligir personal;
2.6.0 la prosecución;
6.2.1 inteligencia;
1.0.7 infinito;
2.0.2 conocimiento esencial y personal;
1.1.5 realidad
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