Es doctrina aristotélica
distinguir entre intelecto paciente e intelecto agente.
Y Tomás de Aquino descubre la
distinción entre esencia y acto de ser.
Pues bien, la inteligencia es
esencial y el intelecto personal es un trascendental o perfección pura del acto
de ser humano.
A la inteligencia le
corresponde el conocimiento operativo y el conocimiento adquirido con los
hábitos adquiridos.
Al intelecto personal el
conocimiento que se logra con los hábitos innatos (sabiduría, hábito de
primeros principios y sindéresis).
La inteligencia es potencia
pasiva de la esencia humana, que depende para su activación de la información
sensible.
El intelecto personal es un
trascendental del ser personal, que se abre activa y libremente a su temática,
sin la dependencia sensible.
Ideas sacadas de Juan A. García González. Autognosis.
Bubok y Miscelánea poliana. p. 12
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