Las bienaventuranzas evangélicas son la culminación de
la Ética.
Ética esclarecida por Cristo en el sermón de la
montaña.
Por ejemplo: conducimos nuestra vida hacia la felicidad
si amamos la pobreza…
Especial relevancia ética tiene el amor a la paz, amor
que siempre acompaña a la sabiduría.
Y también la obediencia propia del martirio: bienaventurados
los que padecen persecución movidos por el deseo de acatar a Dios (y no el
Silencio de Scorsese).
Inspirado en el libro de Polo "Epistemología,
creación y divinidad". Capítulo 7, 10. Creación y elevación, p.271.2
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