Tomás de Aquino trata de la docilidad
como parte de la prudencia (S.Th. II-II, q. 49, a. 3); nosotros podemos
considerar la docilidad como parte de la humildad.
La diferencia tiene su origen en la
concepción de la humildad, que santo Tomás presenta dentro de la templanza que
perfecciona el apetito concupiscible (S.Th., II-II, q. 161, a. 4), mientras que
para nosotros radica en todas las facultades del alma.
Pienso que la humildad es una
apertura transcendente del co-ser hacia Dios. y se repercute en todas las
manifestaciones de la vida.
Esta diversa concepción de la
humildad afectará también a la colocación de otras virtudes.
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