La propuesta poliana de ampliación de la metafísica
clásica, distinguiendo ahora entre ser primero (el ser del universo material) y
ser segundo (el ser de la persona humana) tiene una base en la tradición.
Esa base es la distinción clásica entre naturaleza y
persona.
La filosofía encuentra muy pronto el problema de cómo
armonizar lo uno y lo múltiple.
Pero existe siempre el peligro de solucionar el
problema o bien cayendo en el monismo (Parménides) o pasarse con el dualismo
(Descartes).
La noción de persona, que tiene un origen teológico
como señala Spaemann en su libro "Personas", resuelve ese problema.
En efecto, del mismo modo que en Dios hay una sola
naturaleza divina y se mantiene la distinción entre las personas divinas,
debemos nosotros mantener la distinción entre el ser del universo y las
distintas personas humanas.
Así entendemos que, por un lado, cada persona humana
es única en el mundo gracias a su
libertad personal, pues cada persona es responsable.
Cada persona es distinta de las otras porque es capaz
de aportar novedades no previstas inicialmente.
Y por otro lado, al mismo tiempo, hay algo entre las
personas que es común, que posibilita la
comunión: el don que nos hacemos, la naturaleza, que es sencillamente lo que
es, porque Dios lo ha hecho así o se deja transformar por nuestro obrar.
Los grandes filósofos saben armonizar naturaleza y
libertad: la "sencillez" del ser y el "además" que aporta
la libertad de cada uno.
Ésta es la propuesta de Polo: debemos distinguir entre
el ser del universo físico y el ser personal.
Ambos son primarios, objeto de la filosofía Primera.
Pero uno es sencillo (el ser del universo) y el otro dual (el ser personal
humano).
La Metafísica estudia el ser primero y la Antropología
el ser segundo. Siendo ambas filosofías Primeras.
Glosa
a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico
nº 95. 2009, p. 328.4
Para saber más:
Etiqueta 1.12.1 filosofía primera y segunda
.
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