¿Es posible, sin Dios, la libertad?

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No. Al menos la libertad entendida trascendentalmente, no. Sin Dios sólo nos queda la ilusión de la libertad

La libertad, radicalmente, es apertura incesante que sólo se justifica en el ámbito de la máxima amplitud, Dios.

Claro lo tiene Sartre cuando, certeramente, dice que la libertad es absurda, nauseabunda, ya que el "ser para sí" (libertad) es deslizarse al "ser en sí" (la realidad monstrenca). Somos un pájaro, con grandes alas, enjaulado.

Y claro lo tiene Heidegger para el que el gran ámbito del ser (Dios) se oculta a la libertad del hombre. Sólo queda emplearla en tareas pequeñitas, enanas, para satisfacer una fingida autenticidad.

Ambos ignoran la libertad nativa, el nacer de Dios que nos impulsa a destinarnos a Dios.

La experiencia del sinsentido de la libertad y de su disvalor es propia de los pensadores europeos a partir de la primera guerra mundial. Es el desenlace de la emancipación de la libertad. La libertad huérfana de Dios.
Los belgas se fueron (decíamos en RDC) y nos han dejado en la más completa independencia.

Sin libertad nativa (sin ser hijos) el hombre es un ser sin destino.

Si el hombre es radicalmente libre, Dios tiene que existir.
La libertad es una prueba de la existencia de Dios.








De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 221.5

Para saber más sobre la libertad
Etiqueta 1.1.2   libertad
Etiqueta 1.1.2   naturaleza y libertad
Etiqueta 5.5.4   libertad personal o trascendental
Etiqueta 5.5.4   libertad nativa
Etiqueta 5.5.4   libertad de destinación.
Etiqueta 6.1.5   libertad esencial o de disposición
Etiqueta 6.8.0   metalógica de la libertad

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