No.
La esencia de la persona humana no se confunde con el
universo físico.
Hay dos modos de ser creados, dos actos
distintos de ser: el acto de ser humano, que es libertad, que es ser persona
humana y el acto de ser tomado como primer principio, que es ser sencillamente,
sin libertad.
Y correlativamente a esos dos modos de ser, se
distinguen dos esencias: la esencia humana y el universo físico como esencia.
El universo como esencia es distinto de la esencia
humana. El universo como esencia no es libre. Depende físicamente del primer
principio, del ser sencillo que Dios ha querido que sea y que se despliega
según el orden que Dios le ha dado.
Ese orden, la unidad de orden, el "análisis"
del ser sencillo según las cuatro causas, es lo que llamamos universo como
esencia.
El hombre, sin embargo, viviendo en el cosmos, siendo
también hasta cierto punto una sustancia cósmica, ya que su manifestación está
condicionada por su inserción en el universo físico, no depende del primer
principio, pues siendo radicalmente libertad, tiene en sí mismo la capacidad de
autoperfeccionarse, libremente, dando sentido amoroso, si quiere, a su
existencia. Por eso decimos que el hombre es estrictamente extracósmico.
Nuestra esencia no deriva del universo.
Ni del mono, ni del renacuajo.
O diciéndolo de otra manera, la esencia humana es
dual: recibimos de nuestros padres las condiciones iniciales, cósmicas, de
nuestra vida extracósmica, recibida directamente de Dios. Somos ser personal
libre que se añade novedosamente, haciendo pie en el cosmos, manifestando
libremente su querer.
¡Qué dignidad, amigo mío!
La esencia de la persona humana. Notas sacadas de la conferencia dictada el
25-XI-1994 en el salón de grados Mª Zambrano de la facultad de filosofía y
letras de la Universidad de Málaga. (Miscelánea poliana nº 4, p.35.2 y 40.2).
Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y
trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.
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