No.
La fe es luz.
La fe es un acto "intelectual". Luminoso.
Para entender que la fe no es un capricho o una arbitrariedad,
intentemos primero definir qué es la fe "humana":
La fe es asentimiento con certeza, pero sin evidencia,
"basado" en el testimonio y la autoridad de otro.
En la fe el asentimiento de
la razón está motivado por la voluntad, pues la inteligencia no dispone de la
evidencia. Sin embargo, es un asentimiento "cierto",
no una mera opinión, y sin lugar a dudas.
no una mera opinión, y sin lugar a dudas.
Y lo es no porque la
voluntad actúe ciegamente sino porque se fía de alguien: la certeza de la fe
depende de una luz: el valor del
testimonio y de la autoridad de la persona a la que creemos.
Es importante darse cuenta
de que en cualquier juicio hay dos actos de la razón.
Un acto por el que se
aprehende la verdad sobre algo.
Y otro acto por el que la razón asiente a aquello que
aprehende.
Este segundo acto no es
"voluntario", sino que es la misma razón la que asiente ante la
evidencia de lo aprehendido. Es luz.
Sin embargo, cuando no hay
evidencia en lo aprehendido, la voluntad puede mover a la razón, no
espontáneamente, sino porque la voluntad "ve"
la credibilidad de un testigo: - sé que me quieres.
El acto de fe es, pues, un
acto del entendimiento, no de la voluntad. Pero el asentimiento de la razón lo
hacemos movidos por la voluntad, pues hay motivos de credibilidad.
La fe debe ser siempre
razonable, tanto en su principio (credibilidad del testigo), como en su
contenido.
Sólo la fe "ciega"
es irracional.
La fe, aunque tiene algo de
oscuridad, es en sí misma luz, claridad, conocimiento.
Y ahora abordemos la fe sobrenatural.
La fe sobrenatural es
distinta de la fe humana por dos motivos principales:
a) Algunas verdades
reveladas nunca podrían ser alcanzadas por la sola razón. No son irracionales,
sino superiores a la capacidad natural del hombre, pues se refieren a la vida
íntima de Dios.
b) Son verdades
teórico-prácticas que exigen una conducta para conseguir la felicidad
eterna o salvación.
Por eso no basta, para el
asentimiento de la fe sobrenatural, el imperio de la voluntad. Hace falta la ayuda de la gracia sobrenatural.
Una ayuda especial por parte
de Dios que mueva a la voluntad.
Noten ustedes que lo que mueve a la voluntad es siempre una
luz (no hay ceguera).
En este caso la luz que la
moverá puede resumirse en que Jesucristo es digno de crédito. La luz es Jesús.
La voluntad puede no seguir
esa Luz. Es libre.
No es que sea ciega. Es que
prefiere seguir otras luces.
Ideas sacadas de Rafael Corazón. Filosofía
del conocimiento. 203
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