La concupiscencia en Leonardo Polo según Copilot

 


Respuesta breve:
Para Leonardo Polo, la concupiscencia no es simplemente el deseo desordenado como en la tradición clásica, sino una manifestación de la limitación del hombre: un modo en que la libertad se ve afectada por la tendencia a absolutizar los bienes sensibles, reduciendo la apertura del ser humano a su verdadera trascendencia.


🌿 Concupiscencia en la antropología poliana

Leonardo Polo (1926–2013), filósofo español, desarrolló una antropología filosófica muy original. En ella, la concupiscencia se entiende como:

  • No mera sensualidad: Polo distingue entre el apetito sensible y la concupiscencia. Esta última aparece cuando el hombre absolutiza un bien parcial, como si fuera el bien total.

  • Limitación de la libertad: La concupiscencia es un “error práctico” de la libertad, que se apega a lo inmediato y olvida la apertura hacia el bien pleno.

  • Dimensión ética: No es solo una inclinación natural, sino una distorsión del ejercicio de la virtud. Por eso Polo la vincula con la necesidad de formación moral y con la virtud como corrección.

  • Relación con el pecado original: Polo, en continuidad con la tradición cristiana, reconoce que la concupiscencia es una consecuencia del pecado original, pero la interpreta filosóficamente como una herida en la libertad humana, que tiende a cerrarse sobre sí misma.

📖 Comparación con otras tradiciones

  • San Agustín y Santo Tomás: Para ellos, la concupiscencia es la inclinación desordenada hacia los placeres sensibles.

  • Polo: Va más allá: la concupiscencia es un fallo en la apertura del hombre al bien trascendente, una reducción de la libertad a lo inmediato.

✨ Claves polianas

  • Virtud como antídoto: La virtud abre la libertad hacia el bien real y evita la absolutización de lo parcial.

  • Concupiscencia como cierre: Es un “cierre” del hombre en lo sensible, que impide la plena realización de su ser personal.

  • Antropología trascendental: En el marco de su filosofía, la concupiscencia es una de las formas en que se manifiesta la limitación radical del hombre, que necesita apertura a Dios para superarse.

En resumen, la concupiscencia en Leonardo Polo es la tendencia de la libertad a absolutizar bienes limitados, cerrándose al bien pleno y trascendente. No se reduce a la sensualidad, sino que es un problema más profundo de orientación existencial y ética.


¿Es libre la generación del Hijo?

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Tomás de Aquino sostiene que la generación del Hijo no es libre.

Polo matiza: no es libre si planteamos la libertad según motivos, pero si la planteamos como libertad trascendental, sí que es libre.

El paradigma del error de pensar solamente la libertad según motivos es la filosofía de Leibniz, en la que no hay rastro de la persona.

La libertad según motivos prevalentes no resulta bien pensada, porque el motivo está gobernado por lo que se intenta conseguir.
En cambio, cuando se trata de una generación artística, su novedad se encuentra en la obra hecha como desarrollo personal.

Pongamos un ejemplo, el sabor del chocolate cuando viene a mi memoria, me mueve a buscarlo en la despensa.
Pero allí no hay novedad sino repetición de sensaciones.

La creatividad del amante (con amor de amistad, que no de concupiscencia) es distinta. La verdad de mi vida me inspira y la novedad surge en el trans-encuentro.

Encontrar la verdad no es terminal, sino que despierta una inspiración.
Mientras que el hambre es cosa de necesitar, en el encuentro con la verdad hay un trascenderse en la obra. Aquí funciona la propia capacidad, allí el necesitar.

En el encuentro aparece el gozo en lugar de la satisfacción.

El Verbo no es engendrado por necesidad, sino por Amor, con gozo.







Para saber más leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y su crecimiento, pp. 197-206
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¿Por qué el hombre tiene un problema ecológico?

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La ecología es un problema para el hombre y no para los animales, pues los animales se adaptan biológicamente, más o menos, a su nicho ecológico.

El hombre, al contrario, modifica el entorno.
Pertenece a la esencia del hombre el inventar, a través de su acción, el nicho preferido, no sólo para sobrevivir, sino también para mejorarse y mejorar su vida, regalando artísticamente nuevas armonías.
Vemos aquí una categoría ética desde su nacimiento: la responsabilidad, porque, desgraciadamente, el homo sapiens sapiens puede hacer inhabitable su entorno.
De esto habla Polo en "Ética". Hacia una versión moderna de los temas clásicos. 2ª edición. Unión Editorial. p. 41.3
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María Corredentora. Artículo de Antonio Ducay

 




Autor

Antonio Ducay

Publicación

18 de noviembre de 2025

El reciente documento del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, Madre del pueblo fiel, ha vuelto a plantear la cuestión del título Corredentora aplicado a la Virgen María.
La dificultad de este título reside en la ambigüedad que puede introducir respecto a qué corresponde propiamente a Cristo y qué a María en la obra de la redención.

El título Redentor posee dos dimensiones que conviene distinguir.

La primera se refiere al agente de la redención;

la segunda, al modo en que esta se realiza.

Ambas dimensiones son esenciales para hablar con propiedad de redención.

En cuanto al agente, sólo Dios puede ser Redentor. Redimir implica eliminar el pecado y comunicar la gracia, es decir, conceder al ser humano la vida divina: una acción que pertenece exclusivamente a Dios. La redención es, en este sentido, una nueva creación, y sólo Dios tiene poder para crear.

Respecto al modo, la obra redentora se realiza mediante la Encarnación del Verbo. Con sus palabras y acciones, con su entrega y sacrificio, Cristo mereció la salvación del género humano y, ahora, glorificado a la derecha del Padre, comunica Él mismo esa salvación.

De estas dos dimensiones se sigue que Cristo es Redentor por la unión hipostática. Esta unión hace que sus actos humanos y su pasión sean realmente redentores, pues en ellos se hace presente la eficacia transformadora del amor omnipotente de Dios.

 

Sobre este trasfondo se entiende el núcleo de la ambigüedad del título aplicado a María.

Si Corredentora se entendiera en sentido estricto, situaría a la Virgen en el nivel mismo de la acción divina, junto al Padre y al Espíritu Santo, lo cual es inaceptable. Sólo Cristo es Redentor en ese sentido, porque Él es el Dios hecho hombre. De ahí las palabras del Papa Francisco, que en una Audiencia General de marzo de 2021 recordó que a la Virgen hay que mirarla como Madre, “no como diosa, no como corredentora”.

¿Cómo se explica entonces que exista una tradición que emplea este título, incluso entre algunos pontífices?

La razón es que, con frecuencia, la redención se entiende bajo el aspecto de obra redentora, es decir, como el conjunto de acciones y padecimientos de Cristo. Se subrayan de modo particular sus actos humanos de entrega y obediencia al Padre. Estos actos son imprescindibles, porque sin ellos no podría hablarse propiamente de redención, que comporta una acción de rescate.

En ese nivel, resulta comprensible atribuir una cooperación especial a la virgen María, cuya vida fiel, pura y sin mancha estuvo íntimamente unida a la de Cristo. Sus sufrimientos y méritos, asociados a los de su Hijo, pueden entenderse como una contribución subordinada en la obra redentora en favor de los hombres.

De ahí que algunos teólogos sostengan que la salvación —fruto justo de la obra redentora de Cristo— puede considerarse también, no por estricta justicia sino por concesión gratuita de Dios, fruto de los méritos y sufrimientos de María. Y expresan esta intuición con el término corredentora.

Sin embargo, teniendo en cuenta el profundo enraizamiento de la redención en la unión hipostática —Cristo es Redentor porque es el Verbo encarnado—, cabe preguntarse si el título corredentora refleja adecuadamente la distinción entre lo que nos alcanza Cristo y lo que nos alcanza, en Él, su Madre.

Quizá sea más acertado interpretar la íntima unión de María con Cristo a lo largo de su vida, y de modo especial en el misterio de la Cruz, como expresión de su maternidad espiritual y de su maternidad en la Iglesia, dimensiones indudables y específicas de su cooperación en la obra salvadora. Existen, por supuesto, otros modos de cooperación con la redención en sentido amplio (cf. Col 1,24), pero tal vez el modo proprio de María encuentre su lugar teológico más claro en su condición de Madre.  

El documento Madre del pueblo fiel recuerda en esta línea que el título de Redentor corresponde propiamente sólo a Cristo, y que conviene mantener una “religiosa y delicada cautela” al plantear cualquier forma de cooperación en el ámbito de la redención (n. 20). No se prohíbe el uso del título Corredentora, ni se niega que pueda tener un sentido teológico correcto, pero se advierte que las posibles confusiones que puede suscitar aconsejan usar otros títulos que expresen con mayor claridad el papel de María en la salvación y en la vida de la Iglesia. De ahí el juicio de inoportunidad expresado en el documento.

Considerando los matices teológicos implicados en la discusión sobre la Corredentora —algunos mencionados en estas líneas y otros no—, parece prudente evitar afirmaciones tajantes sobre el tema y favorecer una reflexión serena e integral que sitúe el misterio de María en el lugar que le corresponde: al centro —sin ser el centro— de la economía de la salvación.

Antonio Ducay

18 de noviembre de 2025

 

 

 

 

¿Qué designa el co- del co-ser?

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La persona humana no es un mero existente.
La persona humana sabe de sí.

Y este saber de sí está designado por el prefijo “co-“.

El “co-“ de la co-existencia no es otra cosa que el saber de sí mismo que acompaña al existir de cada persona humana.

El “co-“ quiere decir que la persona humana es intimidad.

 

Ideas sacadas del “compendio” de Antropología “el hombre como persona” de Juan A. García González.


¿Por qué caracteriza Polo el ser humano como un ser que co-existe?

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Polo dedica a la co-existencia humana las páginas 203-211 del tomo I de su Antropología trascendental.
 
Que el acto de existir del ser humano sea un acto de co-existir significa, ante todo, que el hombre existe según el modo de la apertura: co-existir para la persona humana significa acto de ser como apertura.
 
Como afirma AERTSEN, J. A.: «... the anima is the being that can accord with every being. Man is marked, we might say, by a transcendental openness» (Medieval philosophy and the transcendentals. The case of Thomas Aquinas, Brill, Leiden 1996, pp. 105).
 
Con la denominación de co-existencia Polo quiere hacer notar que el ser de la persona humana no está constituido o terminado en sí mismo –no es un ser cerrado en sí, o al margen de lo demás–, sino abierto en su radicalidad a la amplitud de lo real.
 
En rigor, «el hombre no se limita a ser, sino que co-es.
 
Co-ser designa la persona, es decir, la realidad abierta en intimidad y también hacia afuera; por tanto, co-ser alude a ser-con» ( Antropología trascendental, I, p. 32).
 
Co-ser-con.
 

Así lo explica Salvador Piá en su magnífico artículo "El carácter filial de la co-existencia humana".
 
Para saber más sobre:
las aperturas:…………………….…………..Etiqueta 5.8.0
el ser de la persona humana:………..Etiqueta 5.0.0
el rasgo de la dualidad:…………….……Etiqueta 5.4.1
el trascendental co-ser:……………..….Etiqueta 5.5.1


¿Cómo se entiende bien la esencia del universo?

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La clave para entender el universo es admirar su orden, su armonía.

Considerémoslo teleológicamente. 
"Telos" se refiere aquí al orden evidente y asombroso que reina en el cosmos.


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Polo nos propone un método para encontrar noéticamente ese orden del universo: si pugnamos con nuestro límite mental (2ª dimensión del abandono, que estudiaremos, si Dios quiere, en la etiqueta  2.1.1) 

Si pugnamos, digo, con la mismidad de nuestro pensamiento, encontraremos la esencia extramental, es decir, el universo como esencia u orden del universo.

El "universo como esencia" es la unidad de orden, en cuanto unidad ordenante, en tanto que "telos" del conjunto de sustancias y de sus operaciones, que "cumplen" divinamente ese orden.
Las sustancias elementales, aunque carecen de naturaleza, "cumplen" el orden a su manera, movidas desde fuera.

Las sustancias naturales, que llamamos naturalezas, contienen en sí mismas una relación con el fin, con el orden. Por eso operan "naturalmente", desde ellas mismas, al servicio de la sinfonía natural. También "cumplen" el orden.
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Estamos en el terreno de la pasión de los científicos, estudiosos de las leyes de la naturaleza, de las brumas, de las cataratas, de los bosques y malezas.

Llamamos causa final al "cumplimiento" del orden. Este es el sentido preciso de la noción de causa final en Aristóteles. Cumplimiento.

Y la esencia del universo o el universo como esencia es la totalidad causal, no sólo la causa final, que es el "cumplimiento" sino la tetracausalidad u orden completo del universo.

Tetracausalidad que, por otra parte, es realmente distinta del acto de ser del universo o ser como primer principio o ser extramental, trascendental metafísico (ver etiqueta 5.2)

Las causas son predicamentales y son el análisis del primer principio, la esencia del universo físico.

La tetracausalidad es el universo como esencia.

Dios es Creador del ser extramental y de su esencia, armoniosamente tetracausal.




La esencia de la persona humana. Notas sacadas de la conferencia dictada el 25-XI-1994 en el salón de grados Mª Zambrano de la facultad de filosofía y letras de la Universidad de Málaga. (Miscelánea poliana nº 4, p.37.3 a 38.4). Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García

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¿A qué llamamos apertura trascendente?

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Llamamos apertura trascendente al fruto de la llamada inicial de Dios.
 
La llamada inicial de Dios se puede describir según los cuatro radicales personales:
gracia inicial o humildad nativa (según la co-existencia).
esperanza nativa (según la libertad)
fe nativa (según el entender personal)
caridad nativa (según el amor donal).
 
Me explico:
Dios, al crearnos libres, nos llama.
 
La llamada inicial crea, en libertad, los cuatro radicales personales.
 
Y la persona se abre así, en su interior, al nacer, según las cuatro aperturas que llamamos trascendentes y que son el fruto sabroso de la llamada inicial. Las cuatro son nativas al ser creada la persona humana, el acto de ser personal.
 
No son la gracia santificante ni las virtudes teologales de la teología. Son aperturas trascendentes que todos tenemos y que, me parece, ayudarán a los teólogos en su comprensión del organismo sobrenatural.
 
Estas cuatro aperturas se pueden describir como:
1. aceptar. Fruto de la llamada inicial. Es la “humildad nativa trascendente”. (Apertura del co-ser).
 
2. además. Fruto de la llamada inicial. Es la “esperanza nativa trascendente”. (Apertura de la libertad trascendental).
 
3. buscar. Fruto de la llamada inicial. Es la “fe nativa trascendente”. (Apertura del intelecto personal).
 
4. dar. Fruto de la llamada inicial. Es la “caridad nativa trascendente”. (Apertura del amar donal o personal)
 
 
Las virtudes infusas teologales las estudiaremos en la etiqueta 12.8.0 y también en la etiqueta 5.16.2, en tanto que "nueva" creación.

Otras etiquetas sobre el tema:
5.13.2 Humidad o abajamiento
5.13.3 Fe o alumbramiento
5.13.3 Misterio
5.13.4 Esperanza o alianza o amanecer o aurora
5.13.5 Caridad o arrullo

¿Es elevada la amistad por la caridad?

 


La caridad “natural”, o caridad nativa es una de las aperturas trascendentes del acto de ser humano.

La caridad “sobrenatural”, sin embargo, es una anticipación del crecimiento amoroso que tendremos en el Cielo.

Ambas inhieren en el acto de ser personal.

 

Ahora tenemos que colocar a la amistad  que es una virtud de la voluntad.

 

El vínculo amoroso con Dios Espíritu Santo, Amor (que es la apertura trascendente natural o caridad natural nativa) es enriquecido con la anticipación de nuestra vida amorosa en el Cielo, que no es otra cosa que la caridad sobrenatural.


Y ese enriquecimiento del Amor personal, natural y sobrenatural a la vez, repercute en la voluntad y hace que la amistad pueda ampliarse cada vez a más personas y, sobre todo, que crezca nuestra amistad con Dios.

 Gracias a la caridad (natural y sobrenatural) somos más amigos de Dios y de los demás.

 

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Estas ideas están inspiradas en el texto siguiente (que he interpretado a mi manera) de Sellés en Teología para inconformes :

 

“Esta es la tesis central que aquí se va a defender: la caridad (sobrenatural) eleva el amor personal (natural), que es la dimensión superior del ‘acto de ser’ humano.

Pero dicha tesis, que es explícita en muchos textos de Polo, no lo es en todos, pues en alguno indica que la caridad eleva la amistad[1], la cual, si bien es la más alta virtud de la voluntad, al fin y al cabo es una virtud de esa potencia, y por ende, pertenece a la ‘esencia’ del hombre”.

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Para mí queda claro que la amistad es de la voluntad y tanto la caridad nativa como la sobrenatural elevan el Amar personal humano.
Esta elevación repercute en la voluntad, elevando así la amistad.

[1] “El Evangelio de la caridad sorprendió a los paganos, pues lleva consigo la hermandad de espíritu de acuerdo con la filiación divina. Sin embargo, la caridad cristiana, que eleva la amistad, debe recoger también las características que le son propias. Tomás de Aquino sostiene que la amistad es una virtud. Conoce muy bien la Ética a Nicómaco, a la que comenta pausadamente de un modo casi literal, pero sostiene también que la amistad y la caridad son diferentes. Por eso, en la Suma Teológica, en rigor, no se habla de la amistad sino de la caridad”. Polo, L., Ibid., 473-474.

¿Cuál es la primera descripción que hace Polo de la intimidad?

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La primera descripción que Polo hace de la intimidad es presentarla como subsistencia.
Entendiendo la subsistencia como una radicalidad que se mantiene, que renace, que rebrota, que no se agota.
 
La sustancia, en cambio, se agota en ser lo que es.
Es una radicalidad, que es principio de las operaciones propias de su naturaleza, pero nada más.
 
La intimidad es "además".
Es más que dar de sí.
La sustancia, sin embargo, llega un momento que no puede dar más de sí.
 
La subsistencia rebrota con novedades, al no estar sola, al ser acompañante (de su Creador).

Es además.

 
Ideas sacadas de la conferencia de Juan A. García Gz, que pueden ustedes seguir aquí:
16 marzo 2021. Coexistencia y carácter de además. La persona humana. Apertura y libertad.
https://www.youtube.com/watch?v=z3JX3ZEeYRk


¿Qué es el bien?

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El bien es la efusión del Ser.

Se dice también que el bien es "lo otro que el ser", en orden a la realización del ser.
Es importante notar que el ser creado es inidéntico. A eso alude la expresión "en orden a su realización".

Siempre podemos dar más, ser más. Los bienes son el futuro que se va realizando.

Ideamos bienes (lo otro) y podemos quererlos y otorgarlos en orden a destinarnos.

El bien está siempre subordinado a la aceptación por el otro, con el Otro.

El Bien Absoluto es el Don del Espíritu Santo que realiza la Comunión.


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¿Qué es vivir?

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Vivir es superar la soledad.



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¿Dónde colocar "la vida humana" en la Antropología trascendental de Polo?

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La vida es el don.

El acto de ser personal humano consta de cuatro radicales que son los trascendentales personales : co-ser (además), libertad trascendental, intellectus ut actus y amar.
Pues bien, el trascendental "amar" es una tríada amorosa : "aceptar", "dar" y "don".

Esta es una de las genialidades de Polo : el "don" que la persona entrega no es otra cosa que su esencia humana, su vida, que edifica en el tiempo
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¿De qué modo se añade la vida añadida a la vida recibida?

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Polo habla de vida recibida y vida añadida.
Pero no como dos vidas.
No se pueden dar por separado.
 
Vida recibida, sin alguien que la reciba, no es vida recibida.
 
Y vida aportada, si no es inspirada por la recibida, no es vida.
 
Los hábitos intelectuales y las virtudes morales son el modo en que la vida espiritual se va añadiendo a la vida, (también espiritual en su origen), recibida de nuestros padres.
 
Con ellos se perfecciona y crece la naturaleza humana.
 
La esencia humana es la naturaleza humana "crecida" o creciendo.
La vida humana o esencia humana es susceptible de crecimiento irrestricto.
 
En síntesis : "vita viventis est essentia.
 
La vida humana es la esencia (que no vive sin la persona), el viviente es la persona humana (que vive manifestándose).
 
La vida humana es pues una dualidad: la dualidad de la vida recibida y la vida añadida.
 
La "vida añadida" es el miembro superior de la dualidad (se le puede también llamar vida estrictamente espiritual, alma humana o yo humano).
 
La "vida recibida" de nuestros padres es el miembro inferior, la naturaleza humana: el cuerpo humano y las potencias espirituales y capaz de ser esencializada.
 
En el momento de la concepción de la persona humana, nace una vida dual, en la que podemos distinguir (sin que hayan existido por separado) una vida recibida de nuestros padres y una vida "añadida", que actualiza la persona que acaba de ser concebida.
El añadido inicial y durante el primer desarrollo del niño, no es consciente.
De ahí que podamos hablar de un refuerzo o asistencia permanente de la vida, manifestación de la persona creada.

 
 
De esto habla Salvador Piá en “El hombre como ser dual”, síntesis conclusiva, n. 22.


¿A qué llamamos amar donal o "amar personal humano"?



El amar personal humano o amar donal es el más íntimo de los radicales de la persona humana. 

 Los trascendentales personales o radicales de la persona humana son: 
co-ser, 
libertad, 
entender personal y 
amar personal o amar donal.

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Sesión sobre el Amar personal de Juan Fernando Sellés


El profesor Juan Fernando Sellés explica en este Video el Amar personal.

El amar donal en la tesis de Adam Solomiewicz

 

39. El cuarto trascendental personal es el amar donal. La persona humana no sólo tiene la capacidad de amar, sino que es amar: la actividad trascendental personal es amorosa o no es personal.

 

40. El amar personal es donal: dar es la actividad trascendental por antonomasia. Es lo que quiere decir el carácter de además: efusividad, siempre ir a más, puro sobrar sin consumarse, no agotarse nunca.

 

41. Toda la actividad donativa es triádica, puesto que siempre la constituyen tres miembros: la persona que otorga el regalo (el otorgar), la persona que lo acoge (el acoger) y el regalo (el don). Los dos primeros miembros (el otorgar y el acoger) siempre son personales. El tercer miembro (el don) es infra-trascendental y siempre tiene cierta manifestación material, cuando la persona que regala es humana.

 

42. En la actividad donativa trascendental (el amar donal) los tres miembros de la estructura donal son: la persona como dar, la persona como aceptar y el don.

 

43. La primera tesis acerca del amar donal es ésta: aceptar no es menos que dar. En la estructura donal de la persona humana el aceptar y el dar son trascendentales. Lo primero en la persona humana es aceptar al propio Creador, debido a su carácter de criatura: su ser es el regalo del Dios personal.

 

44. La persona humana no se limita a la actividad trascendental aceptante, a acoger dones. La persona humana es orientada a dar dones propios. El hombre da dones a su Creador (en tanto que Él es Aceptación divina) a través de las propias facultades esenciales: la persona necesita de su esencia para completar la estructura donal. La persona vehicula el dar personal a través de su esencia.

 

45. La segunda tesis acerca del amar donal es ésta: el don humano no pertenece al orden trascendental, sino que está en el nivel esencial. Dar dones trascendentales significa crear, donar existencia, y lo hace sólo Dios. La persona humana es capaz de dar dones esenciales, con lo que el dar humano tiene siempre sentido de devolución: la iniciativa donante primordial arranca de Dios, y al hombre corresponde devolvérsela de acuerdo con su ser y con su esencia.

 

46. El dar trascendental es dar sin perder, la actividad superior al equilibrio de pérdidas y ganancias. El dar trascendental puro es el Dar divino que da sin reservas ni pérdidas y con ganancias. Las ganancias en Dios no son crecimiento, sino híper-crecimiento.

 

47. La persona humana no es dar puro (sería Dios). El dar trascendental humano siempre es con pérdidas: tiene su coste a nivel de la naturaleza del hombre. El amar donal siempre requiere en esta vida alguna renuncia (la renuncia de bienes inferiores para el Bien mayor).

 
48. El dar personal humano es dar trascendental verdadero en virtud de su referente: el Dios personal que lo acepta. El Aceptar divino otorga el valor trascendental al don humano según su infinita Bondad y Misericordia. La persona humana no es capaz de darse, pero se da en Dios.


Aquí está el enlace para la tesis.

¿Qué es el amor?

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Amor es comunión fructífera y sabrosa entre personas.

Dicho de otra manera, el amor es la comunión de personas que se afirman mutuamente.
Comunión asentada por la afirmación que uno hace del otro, del ser del otro.

Cuando dos personas se aman, se afirman mutuamente, al aportarse su "querer que el otro sea más". Estamos revelando que queremos añadirle nuestro "querer que sea más". Nos estamos "declarando".

Todos los actos de la voluntad, en cuanto que se diferencian de las operaciones cognoscitivas, tienen un carácter de autorevelación. La persona se compromete queriendo.
(No así las operaciones cognoscitivas, cuya intención es de "semejanza").

Los actos de la voluntad no actúan de la misma manera. Así, por ejemplo, cuando digo, "me gusta el chocolate", estoy revelando que "a mí" me gusta el chocolate.

Y no porque me guste como le pueda gustar la leche al gato, sino porque "la persona que soy" está constituyendo el acto de mi voluntad.
Los actos de la voluntad necesitan ser constituidos por la persona, que se manifiesta "aportando", desde su querer-yo.

El yo está en nuestras acciones, incluso cuando sencillamente escribo, pero la manifestación del yo en el escribir es una manifestación muy pequeña, casi ínfima.

Hay amores más altos, hay una jerarquía del amor.

Se debe llamar propiamente "amor" al analogado principal de esa automanifestación: al amor dirigido a un ser que cumpla la condición de grandeza e inagotabilidad.
Y que corresponda a ese amor.

Amor es, pues, la comunión fructífera y sabrosa entre personas.




Ideas inspiradas en la pregunta nº 1 de "ANALÍTICA DEL AMOR". Entrevista de Juan Cruz Cruz con Leonardo Polo, que pueden ustedes encontrar en el nº 33 de la revista Miscelánea poliana.

Para saber más vayan a las etiquetas de este blog:
18.1.1 analítica del amor;
1.2.2 amor ;
6.9.6 enamoramiento.



¿Qué es el amar donal?

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El amar donal es el cuarto trascendental personal descubierto por Polo.
Es también la tríada amorosa de la persona.
 
Leonardo Polo descubrió cuatro trascendentales personales :
 
la co-existencia,
la libertad,
el intelecto personal
y el amar donal.
 
Pues bien, el amar donal de la persona humana, está formado por una tríada amorosa:
Dar
don o (Don-don)
Aceptar
 
El Don-don es “la esencia” de la persona humana cuando es aceptada por Dios. Antes de ser aceptada la esencia humana es solamente "don". 
    Y el Don de Dios es el acto de ser personal humano al ser creado, que espera la aceptación de la parte del hombre (a través de su don, de su esencia o vida).
 
La tríada amorosa de cada persona humana es pues: dar, don y aceptar.
Pero debemos hacer algunas aclaraciones:
La persona humana “da” en esta vida su esencia, “su don”, que debe ser Aceptada por Dios en el Juicio.
 
Al ser aceptado, su don esencial es elevado al orden trascendental, entonces podemos llamarlo Don-don.
 
Adam Solomiewicz aclara la cuestión al proponer que en el amar personal hay, por lo menos, dos estructuras amorosas.
 
Pueden ustedes seguir su exposición en este enlace: https://drive.google.com/file/d/1X4l9Fh9EG8wMGoSWZ7NtNcNu-BICaktx/view
 
Estarán ustedes de acuerdo en que el amar personal hay que explicarlo como relación entre dos personas.
No se puede explicar solamente en el interior de una sola persona. Tienen que haber dos personas.
 
Pues bien, el amar personal tiene una estructura triádica : Aceptar, Dar, don, que hay que poner en relación con Otra persona: con Dios.
 
aceptar y dar son trascendentales.
 
actividad acogedora (aceptar)
actividad otorgadora (dar)
 
Hay distinción real entre aceptar y dar.
 
El referente del “aceptar” trascendental humano es el Dar de Dios
El Don de Dios es el ser de la Persona humana. Este Don es trascendental porque solamente Dios puede dar dones trascendentales.
 
El referente del “dar” trascendental humano es el Aceptar de Dios.
Y lo que la persona humana da es, su don, es el don esencial. Su vida.
 
El don del trascendental amar personal es doble: el ser de la persona humana creada por Dios (Don trascendental) y el don de la vida humana que la persona da a Dios (don esencial).