Hablamos aquí de primeros principios
"reales", no de primeros principios lógicos o mentales.
Estos primeros principios reales son:
- el primer principio de Identidad (Dios),
- el primer principio de causalidad trascendental y
- el primer principio de no contradicción.
El primer principio de no contradicción es el acto de ser del universo que Polo llama persistencia y lo describe como "comienzo que ni cesa ni es seguido".
La no contradicción explica la realidad de la
secuencia de antes a después.
El primer principio de identidad es el acto de ser divino, que Polo llama Origen.
La vigencia entre estos dos primeros
principios es el tercer primer principio, al que Polo llama principio de causalidad trascendental.
Juan A. García me comentó que el principio de
causalidad trascendental se debe adscribir a la persistencia.
En efecto, la persistencia es principio de no
contradicción en cuanto que la persistencia es distinta de la esencia.
No hay contradicción entre el ser del
universo y las causas predicamentales.
Pero la esencia está vinculada a la
persistencia (la esencia es admitida por el acto de ser del universo) y
entonces hablamos de principio de causalidad trascendental.
Véase lo que dice Polo en Antropología trascendental
I, p. 115.3
El hábito de los primeros principios o 1ª dimensión
del abandono del límite mental se estudiará en la etiqueta 3.2.0
Comentario
de Juan García en la entrada "¿Cuáles son
los primeros principios reales?":
Yo creo que Dios es la
identidad, que la identidad sólo puede ser originaria, que es un primer
principio, y también que es personal, de dos personas.
También que el principio de no
contradicción es la persistencia: la realidad de la secuencia de antes a
después, o el después de la analítica esencial de causas predicamentales.
Hasta aquí conforme.
Pero el principio de causalidad
yo no lo remito a la participación, sino que lo adscribo a la persistencia: en
cuanto que distinta de la esencia es principio de no contradicción, en cuanto
que vinculada con ella (es la admisión de la esencia) es principio de
causalidad trascendental. De acuerdo con ella, esse causat veritatem.
Dios, en cambio, es incausado.
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