El meollo del conocimiento es la separación.
A veces imaginamos el avanzar del conocer como un
conjunto de "conexiones".
El estudio de las "conexiones" pertenece a
la lógica, pero ahí no está el intríngulis del conocimiento.
Nos cuesta entender lo que es el conocimiento porque
no distinguimos convenientemente entre lo mental y la realidad extramental.
Así, cuando hablamos de "conexiones", las
imaginamos al modo físico.
En la realidad "mental" no "concurren" las
causas físicas tocándose.
Método y tema no se tocan. Están "separados".
De una parte porque lo mental y lo extramental no
"realean" (Falgueras) del mismo modo, son realidades distintas. Pero,
aunque fueran realidades mentales, al conocer, no se tocan, siguen separadas.
Para entender la "separación" propia del
conocer, Polo acude a la noción de "coincidencia":
iluminar e iluminado coinciden, pero no se tocan.
La pretensión de entender la adecuación entre la idea
y la cosa como la unión o conexión entre dos "entes" es un
enfoque defectuoso del tema.
No debemos imaginar "el sujeto" y "la
cosa" como dos "entes" que
se tocan. Eso es una coincidencia mal pensada.
Eso es imaginar el conocimiento como una fotocopia, un
papel en el que se imprime una semejanza con lo fotocopiado. Hay algo en el
papel que coincide con la cosa fotocopiada, tocándola.
Pero el papel "no conoce" nada.
Otro ejemplo: pensar que el pensar es como un
bronceado que se añade a la piel.
No. El pensamiento no es un accidente.
Conocer es ser también "otro", siguiendo
siendo quienes somos.
Esta manera de imaginar o pensar la unión entre el
conocer y lo conocido como dos entes que se tocan es incompatible con la
realidad del conocimiento.
El meollo del conocimiento es la separación.
De esto
habla Polo en Antropología trascendental II, p. 52.
Estudiamos
la noción de método en la etiqueta 2.11.0
.
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