La filosofía se inaugura cuando aparece el primer fruto de la actitud admirativa : el momento en el que nos damos cuenta de la existencia de lo "extratemporal".
Correlativamente, se ha puesto en marcha nuestra capacidad de verdad.
En ese instante sabemos que existe la verdad.
En efecto, si podemos hablar de la verdad y de la verdad del ser, es porque descubrimos que hay algo que no cambia, que es extratemporal. Si todo fuera variable y temporal no podría hablarse de la verdad. Todo sería relativo.
La realidad, sin embargo, está fundada de una manera estable, fuera del tiempo.
Los entes tienen una verdad. Conocemos lo que las cosas son “en sí”, la inseidad de los entes que los filósofos llamaron esencia (ousía). La verdad es el desvelarse del ser.
El ente posee en sí mismo su propia consistencia verdadera, y ese ser íntimamente "verdad" es a lo que se llamará, y aún se llama, esencia de una cosa.
No hablamos aquí de la verdad en cuanto conocida por nosotros, sino de la verdad de las cosas. La verdad onto-lógica.
Hemos descubierto lo extratemporal y su correspondencia en nuestra mente. ¡Existe la verdad!
Glosa a Polo en Introducción a la Filosofía, p.47
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