El fin de la gracia
sobrenatural es arrancarnos el corazón de piedra y darnos un corazón de carne.
La indiferencia, la obsesión, la doble vida, endurecen el corazón que se embota y se transforma en piedra.
Estamos hechos para amar, para vivir en comunión.
Y cuando el yo, con la pretensión de sí, se niega a dar, se endurece.
La gracia sobrenatural es una nueva intervención de Dios que nos muestra el amor que viviremos en el Cielo.
Si se acepta, el corazón vuelve a amar.
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