El proceso de hominización es la evolución que siguieron algunas
especies animales, caracterizada por alterar la relación con el medio.
En lugar de adaptarse al medio, intentan modificar el medio.
Van adquiriendo una habilidad para construir instrumentos.
De manera eventual, un animal puede utilizar instrumentos: un
chimpancé (y más aún el bonobo congolés) puede, por ejemplo, (algunos etólogos
se maravillan de ello) usar una rama para hurgar dentro del agujero abierto por
un gusano del que el chimpancé se alimenta.
El chimpancé es incluso capaz de estimar si la rama vale o no vale, es
decir, si es demasiado corta o si no es suficientemente fina para entrar; y
entonces llega a intentar reducir el diámetro del palito. Percibe que no entra
bien, pero una vez usada, el chimpancé tira el palo.
El género homo a partir del
australopithecus, es decir, a partir del primer bípedo, se orienta por esta
línea.
Las modificaciones genéticas se producen en el sentido de hacer más
hábiles las manos, de utilizar mejor la imaginación, la memoria, la estimativa,
gracias a la multiplicación de las neuronas libres.
Sin embargo, en la vida de los monos más evolucionados o de mayor
capacidad craneal, el acudir al uso de instrumentos es muy rudimentario. Y
sobre todo, es un hecho esporádico.
Los monos viven en términos de animal adaptado al medio.
Cuando recurre a alguna utilización de instrumentos para conseguir
algún objetivo vital, para satisfacer alguna necesidad, el animal no la
retiene. No "sabe" aprovechar suficientemente su capacidad
manual.
De esto
habla Polo en "Ética". Hacia una versión moderna de los temas
clásicos. 2ª edición. Unión Editorial. p. 47
Para
saber más:
sobre
evolución, ver etiqueta 9.1.0
sobre
distinción hombre-animal, ver etiqueta 4.6.1
.
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