¿Se asusta la persona ante la nada?

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La persona no teme la nada.

Es inmortal.

Como ser "además" que es, inagotable, lo suyo es seguir hacia dentro, y profundizar en la hondura del espíritu.

(aclaro que cuando aquí decimos "persona" estamos hablando del núcleo trascendental de la persona, la persona como acto de ser y no de sus manifestaciones en el tiempo. En efecto, muchas personas temen la muerte durante esta vida).

Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 348.4

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1 comentario:

Joseph Kabamba dijo...

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Comprendo, don Héctor, y estoy de acuerdo cuando afirma usted que el miedo psicológico debe desaparecer en quien vive sumergido en al fe: un mártir, un kamikaze, u ebrio.

Sin embargo, lo que sostiene la antropología trascendental poliana no es de orden psicológico.
Lo que asienta es que cualquier persona, cualquier acto de ser personal, está abierto por dentro.
La luz de nuestra inteligencia y el don de nuestra voluntad son posibles porque estamos asistidos por una Luz y un Dar inagotables. Somos inmortales. No porque tengamos fe; aunque no lo creamos, lo somos. La fe es sólo la puerta (una de las puertas) para entenderlo.

Si al asomarnos a lo más íntimo que nuestra intimidad vemos solo angustia (o náusea) es que no hemos abandonado el límite mental Heidegger intenta una solución, pero no logra descifrar los símbolos. De ahí que se quede en la poesía.
El silencio se desvela.
Así conecta la libertad nativa con lo santo.
Atentamente, Joseph Kabamba
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