Un corazón endurecido
es el corazón que no “da”.
Dios “da” y yo debo “aceptar”.
Y yo acepto al “dar”.
Dios me da su Don.
Yo debo dar mi don.
El Don-don.
El corazón endurecido
no da.
Es un corazón
indiferente al bien que recibe.
O un corazón
obsesionado con su pretensión de sí.
O un corazón seducido,
partido, con doble vida.
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