Consiste en que el Don
del Aceptar divino se convierte en Dar.
El co-ser personal
humano también.
Cuando la persona acepta el Don
que es, (el Don de Dios), ese Don se convierte, en ella, en dar.
Y busca su don esencial,
para darlo.
Y el para “darlo a Dios”
es la obediencia trascendental que llamamos humildad.
El problema vendrá de
la libertad en su extensión esencial.
Libremente buscamos el don que debería ser para Dios.
Digo “debería” porque trascendentalmente, al ser libres, las personas somos capaces de desobedecer.
Esta maldita capacidad es lo que llamamos caída trascendental. Es nuestra comunión original con el demonio.
María fue preservada de
esta caída por su comunión con la Verdad.
Dios miró la Humildad de su sierva.
Libremente buscamos el don que debería ser para Dios.
Digo “debería” porque trascendentalmente, al ser libres, las personas somos capaces de desobedecer.
Esta maldita capacidad es lo que llamamos caída trascendental. Es nuestra comunión original con el demonio.
Dios miró la Humildad de su sierva.
Su aceptar el Don se hace Carne.
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