¿Qué añade la gracia santificante a la buena voluntad del corazón?

 


La buena voluntad, o el no tener el corazón endurecido, bastan para entrar en el Cielo.

Pero el Espíritu Santo corona con sus dones nuestras aperturas trascendentes.

 

Eso son los dones del Espíritu Santo, “nuevas” intervenciones divinas para nuestra santidad y felicidad eternas.

 

Los trascendentales son jerárquicos y desde el Amar, el Espíritu Santo los corona con novedades.

El Amar tira del Entender y el Entender de la libertad y la libertad de la humildad.

No es lo mismo la ayuda de Dios que hace a los hombres de buena voluntad que la “novedad” de la llamada a la santidad (Adan la recibió pero la perdió).

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