¿Qué es la historia de cada persona humana?



La historia para cada persona humana es el camino entre su Origen y su Destino.

 

Debemos distinguirla de la historia del Universo físico, que podemos llamar “historia universal”.

 

Cada caminante tiene su camino, su historia personal, y la historia universal es el ámbito general, insaturable, del hacer práctico, que nos une a todos en el tiempo.

 

El hacer práctico de las personas es insaturable porque abre posibilidades, hace posible nuevas acciones.

 

La historia universal es el ámbito del hacer práctico del hombre en el que la persona humana es capaz de añadir novedades, por ejemplo, con su trabajo.

Hay que agradecer a Juan A. García la publicación del Cuaderno de Anuario Filosófico n. 207 que contiene la edición y presentación de “El hombre y la historia” de Leonardo Polo.


 


¿Monogenismo o poligenismo?

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José Ángel  Gª Cuadrado en el libro de Antropología teológica publicado por Eunsa tiene un capítulo consagrado a la Evolución y un párrafo en el que responde a nuestra pregunta sobre el monogenismo (en la página 222.2).

Allí dice que hay que conservar las fórmulas por prudencia (fórmulas de Pío XII en la Humani generis), pero que si un día la ciencia prueba que el hombre viene de varias parejas, se podría salvar la herencia común del pecado original.

Dice así : Los documentos magisteriales no han llegado a definir como de fe el monogenismo, aunque esta interpretación concuerda más fácilmente con una interpretación literal de los libros revelados.

Concretamente, en un documento publicado en respuesta a algunos errores contenidos en el Catecismo holandés se lee lo siguiente : “Si algún día la ciencia probara el poligenismo, habría que concluir que la verdad de fe, expresada en fórmulas cuyo sentido obvio es monogenista, tendría que ser despojada, como de una escoria, de ese sentido aparente”.

No obstante, la formulación monogenista explicaría de una manera más fácil la verdad de la transmisión del pecado original; por esta razón en ese mismo documento se afirma:
“La Iglesia se mantiene adicta a la perspectiva monogenista, y esta actitud es prudente".

En efecto, los enunciados tradicionales sobre Adán y Eva, y sobre el género humano caído en Adán (aunque en su forma no tengan que tomarse al pie de la letra), la Iglesia sabe que contienen una verdad perteneciente a la historia de la salvación, verdad que el Magisterio tiene la misión de salvaguardar.

No podría decir lo mismo, en estos momentos, de las fórmulas poligenistas. Por consiguiente la Iglesia conserva y pide que se conserven los enunciados tradicionales, considerando que son los únicos que con certeza salvaguardan lo que la fe nos ha dado.

Pero la Iglesia lo hace sin cerrar los ojos ante los problemas que suscitan los descubrimientos científicos.

De hecho los últimos documentos magisteriales no han tratado explícitamente la doctrina del monogenismo como necesaria para la comprensión cristiana de la realidad del pecado original.

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Adán y Eva históricos y a la vez prototipos

 

La doctrina católica afirma la realidad histórica de Adán y Eva como la primera pareja humana, cuyo pecado tuvo consecuencias para toda la humanidad.

 

Pero siendo figuras históricas, son, a la vez, figuras emblemáticas que representan el origen y la condición de toda la humanidad.

 

Ser figura emblemática, o prototipo, no va en contra de que sean, a la vez figuras históricas.

En tanto que emblemáticas “representan” o son el prototipo de toda la humanidad.

 

León XIV, en la audiencia del 11 de junio de 2025 tiene una frase en la que habla de “representación” :

 

“Jesús, con su muerte, fue a buscar a este Adán que cayó y que representa a cada uno de nosotros.


Podemos decir que Adán y Eva, a la vez, son figuras históricas y prototipo de cada persona humana.

 

Adán y Eva como “prototipo” son los protagonistas de la Antehistoria poliana.

 

La naturaleza histórica de Adán y Eva y de todas las personas humanas está marcada por el pecado original, que sucede en la Antehistoria.

 

En la Antehistoria, Adán y Eva son las figuras emblemáticas de lo que sucederá en la historia con cada persona humana.


¿Es lo mismo Antehistoria que Prehistoria?

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La Antehistoria no es una mera prehistoria.

La Antehistoria debe entenderse como la “integridad esencial” en que el hombre fue creado, con vistas a su culminación definitiva.

Esta integridad no fue conservada en la historia.

¿Por qué? Por el error peculiar de la libertad que es el pecado.
La humanidad es solidaria del primer pecado, que cierra la antehistoria y comienza la historia.

Historia que pudo haber sido de otra manera (pues realmente somos libres). Feliz culpa, sin embargo, que mereció un tal Redentor.
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¿Es Adán el prototipo de la humanidad?

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La noción de "prototipo" ayuda a entender la Antehistoria de la Humanidad.

La decisión de crear al hombre libre, a su imagen, implica la creación de un "prototipo" humano, que irremediablemente, tarde o temprano, se separará soberbiamente de Dios, como el demonio.

Ese prototipo es Adán y Eva.

La rectificación del ensayo inicial es un Nuevo Adán, más libre por el Amor sufriente.



Para saber más ir a las etiquetas:
7.0.1 Antehistoria;
12.2.3 Adán y Eva;
12.3.0 pecado original
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¿Qué es la Intimidad en la Antropología trascendental poliana?

 


Según Polo, Intimidad y persona se convierten.

 

Pero atención, sostenemos que la persona humana es su acto de ser y no su esencia o su naturaleza.

Por lo tanto “Intimidad” es otro modo de llamar al acto de ser personal.

 

La intimidad sería, propiamente, el espacio "interior" del acto de ser personal que permite acoger a otras personas.

 

El acto de ser personal, gracias a sus aperturas, gracias, por ejemplo, a la libertad trascendental que somos cada uno, puede acompañar.

 

Hay sitio para otros. También para Dios. Podemos acompañar a Dios. Somos además de Dios.

 

Esta intimidad se manifiesta a nivel esencial en que no vivimos solos, sino en compañía.

Podemos acompañarnos a nosotros mismos en nuestra intimidad.

Y podemos acoger a los demás.

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¿Qué es la Intimidad?

 


La intimidad es el carácter de “apertura” del acto de ser personal.

 

La persona humana se abre, trascendentalmente, acompañándose, ampliándose por dentro, sabiendo de sí, amando.

 

Estudiaremos estos cuatro rasgos de la intimidad o de la persona humana en tanto que intimidad:

1. Acompañar

2. Ampliar

3. Saber de sí

4. Amar

 

Me gusta decir: acompañar.se; ampliar.se; saber.se; donar.se.

 

En correlación con los cuatros trascendentales personales : co-ser; libertad; inteligir; amar.

 

¿Cómo pienso el pecado original?

 


Lo pienso, primero, en Lucifer.

Dios crea a Lucifer a su imagen, con capacidad infinita de Amor.

Pero, oh sorpresa, Lucifer se aísla en su soledad, al conocerse tan bello.

 

Y lo pienso, segundo, en cada bebé que nace inocente.

Nace con capacidad infinita de Amor.

Sin embargo, un día, el niño pierde su inocencia, abriendo la puerta a una adición (por ejemplo, la mentira) que desde entonces le acompañará toda su vida, como tentación recurrente.

 

Mi pecado original es el pecado por el que perdí mi inocencia.

 

Para prevenir ese desastre, Dios se hace Niño.

Gracias al Bautismo poseí el antídoto para no pecar.

Pobre de mí. A pesar del antídoto, pequé.

 

¿Tiene usted una definición poderosa de persona ?

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Sí.
Persona es  relación subsistente Originaria. Y en el caso de las personas creadas,  relación subsistente "en el orden del Origen".

El profesor Juan García dice que la persona es relación en el orden del Origen (dice que no es relación subsistente, pues la relación subsistente es solamente la Persona divina). 
(Entonces yo pongo una coma, la persona es relación, subsistente en el orden del Origen). 

(El profesor dice más : propiamente la substancia es la radicalidad; sin embargo "subsistencia" es la radicalidad que se mantiene). 


Me explico.

Tomás de Aquino tiene una definición de persona en el tratamiento que hace de las personas divinas: en la santísima Trinidad, dice, la persona es “relación subsistente”.

Pero la persona "creada" no es relación subsistente sin más, pues no es una relación originaria.
De suyo, la persona humana no es una relación del mismo modo como son "relación" las Personas divinas.

Sin embargo, tampoco la persona es relación a modo de accidente o como si la relación se debiera a ella, identificando la persona con su operación.

Persona creada significa “relación”, de una manera muy peculiar, relación “subsistente” si se tiene en cuenta el Origen, es decir, dependiendo del Origen. La clave es la dependencia.

Dios quiere que existan subsistencias cuya radicalidad no es la misma subsistencia, sino su relación hacia Dios, su insistencia intensificada.

Vean ustedes cómo aparece ya la libertad.
El universo subsiste en tanto que creado, sin embargo, la persona creada es más que persistentemente subsistir, es una relación libre, un "además libre" que se intensifica hacia el Origen.

Y siendo subsistente en el orden del Origen, está llamada a ser relación subsistente en el orden del Amor (divinización).

Para entenderlo mejor les animo a escuchar al profesor Juan A. García en este video, donde a partir de 1 hora y 30 minutos explica la diferencia entre substancia y subsitencia y cómo la subsistencia personal (su rebrotar) continúa hasta encontrarse con la Relación subsistente.
Hasta ser hijo en el Hijo.




De esto se habla en el artículo de Polo “La persona humana como relación en el orden del Origen”. Publicado en Miscelánea poliana nº 30 y en Studia Poliana 14 (2012).
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¿Es la sustancia la realidad por antonomasia?

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No, la realidad por antonomasia es el acto.

Por una inveterada manía, que preside en gran parte una orientación filosófica correcta, que es el realismo, se suele tender a considerar que la realidad por antonomasia es la sustancia; es lo que se llama realismo “sustancialista”.

Esto viene de Aristóteles que divide las categorías en sustancia y accidentes.

Si se entiende que la sustancia es la realidad por antonomasia se concluye que la plenitud de la noción de acto corresponde a la entelécheia. Ser real como una montaña es real, como un monolito.

Sustancia es entonces el sentido del acto más importante. Y el pensamiento sería un accidente, importante, pero accidente.

El conocimiento en acto, el acto de conocer, se considera secundario, como si fuera  un accidente de la montaña, como si fuera un volcán. Se le presta menor atención, y al fin y al cabo sería un asunto marginal a la filosofía primera.

Nosotros decimos, sin embargo, que el ser personal no es estrictamente sustancia. Podemos pensarlo o “suponerlo” como sustancia. Es correcto. Pero el ser personal es otro sentido del ser. La persona, más que sustancia es subsistente espiritual, y por lo tanto abierto por dentro.

No es lo mismo ser una montaña que “conocer” una montaña.
“Conocer” es ser comunicando con otro ser, asimilando, incorporando otras realidades.
Estamos abiertos por dentro y por fuera.

La imagen del volcán (que es sólo una imagen) nos sirve como eso, como imagen. Somos energía, enérgeia, pero no energía física sino “espiritual”. La persona puede dar más, puede darse, ser comunión.

Puedo poner todas mis “energías” al servicio de Dios. Y de los leprosos.



Glosa a Polo en Introducción a la Filosofía, p.71.2

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¿Es la "sustancia" lo más separado?

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Según Aristóteles lo real, el ente en sentido primario es lo separado, al no estar mezclado con otro. Así entendido, el ente es la sustancia, que es, antes que nada, lo separado.

La característica más neta de la sustancia no es ser en sí, sino no ser en otro. Sustancia significa realidad "separada".

Aristóteles dice también que el intelecto es "separado". De ahí, algunos han deducido que si está separado, el intelecto tiene que ser sustancia, como es el caso de la concepción del "intelecto agente" averroísta.
Si esta separación se entiende de igual modo que la separación sustancial, es una incorrecta interpretación de Aristóteles.

El conocer es lo más separado, pero no a la manera de la sustancia.

La realidad sustancial es otro sentido del acto, y es absolutamente exterior al conocimiento.
Para la ontología la noción de sustancia es muy importante, por eso se incurre fácilmente en la confusión de incluir el conocimiento en el orden sustancial, erigiéndose la categoría sustancia en criterio único.
La sustancia no es más que lo que es, su separación es una autolimitación, en cambio, la separación del conocimiento no es una autolimitación sino apertura.

El intelecto no está separado de la misma manera. El conocer es lo más separado, pero no a la manera de la sustancia.

El conocimiento no es una cosa, no es una caja, no es una jaula.

El meollo del conocimiento es la separación. Método y tema están separados, pero no al modo de la sustancia, sino al modo del conocer.
Método y tema "coinciden", pero no se tocan. La separación aquí es coincidencia inmaculada.

Conocer es posesión de lo conocido sin confusión óntica. La unidad entre acto de conocer y conocido es más íntima que la composición de materia-forma de la sustancia.

Falgueras dirá: conocer es hacerse otro – nótese la dualidad - ("realear" de modo distinto a como "realea" el ser sencillo).

Conocer es, sin dejar de ser quien somos, ser también otro. No es un accidente que se añade como el bronceado de la piel, que nos "cambia" accidentalmente.
Método y tema coinciden sin confundirse.






De esto habla Lluis Pifarré en su libro "Entender a Leonardo Polo", p. 52



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¿Por qué María no podía pecar?

 


María no podía pecar porque Dios la llenó de gracia desde su concepción, es decir, le dio una libertad tal como la tendremos nosotros  en el Cielo.

En el Cielo, siendo libres, no podremos pecar porque Dios nos habrá introducido en su Amor, en su Vida eterna.

 

El pecado es el error inherente a la libertad.

Pero la libertad de María, como la nuestra en el Cielo, ya no puede errar, porque es la libertad del Amor. Es la libertad tras el Juicio particular que nos hace entrar en la Vida eterna del Amor.

 

Cuando Dios crea a María sabe que es humilde, que nunca será como el diablo, que quería ser como Dios, negándose a ser criatura.

 

Dios inaugura con María la Vida nueva, la Nueva creación fruto de su Resurrección.

 

Este es el meollo del Misterio Pascual.

 

Dios ha aceptado libremente el sufrimiento de la Cruz causado por los pecados. Nos crea y respeta nuestra libertad porque sabe que un día, tras el Juicio, seremos como María.

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Vidéo del profesor Juan Fernando Sellés sobre san José.

 


Sesión del 14 marzo 2025

https://www.youtube.com/watch?v=y3_JPNfr4o0

 

Muchas gracias, profesor.


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¿Quién es la criatura más santa después de María?

 


Después de la Virgen la criatura más santa es san José.

 

En todos los hombres, lo primero es la filiación.

En José lo superior es su paternidad espiritual (que no quiere decir simbólica). 

Espiritual como la maternidad espiritual de María que que fue antes y más Madre del Hijo según el espíritu que según el cuerpo. María también es más Madre que hija.

También tuvo el privilegio de no ser afectado por el pecado original.

La biblia no habla de que fuera enterrado. Seguramente está en cuerpo y alma en el cielo.

Esto también parece indicar que el pecado original no hizo mella en él.

 

Aportaciones de Juan Fernando Sellés, según Polo.

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¿Cuál es la aportación de Polo al tema de la afectividad?

 


Les aconsejo seguir la intervención del profesor Sellés :

https://www.youtube.com/watch?v=HWGuHkA1Kzk

 

Conferencia en INNER. La afectividad en Leonardo Polo.

 

 

No es lo primero : lo conocido

No es lo segundo : lo deseado (apetitos)

Es lo tercero : la refluencia de lo conocido y lo deseado en los diferentes niveles de la persona humana.

 

Emociones (nivel del cuerpo)

Sentimientos (nivel del alma)

Afectos del espíritu (nivel del ser personal)


¿Es dual la libertad trascendental?

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Todo en el hombre es dual.

Polo propone llamar "libertad nativa" al miembro inferior de la libertad trascendental.

Y llama "libertad de destinación" al miembro superior.

El tema de la libertad es esta libertad de destinación.

Comprendemos así que la libertad de atemática.


Epistemología 84 La libertad trascendental no es temática, los temas los introduce el yo.
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¿Qué es el pecado original?

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Según Tomás de Aquino, el pecado original es un pecado de ciencia.

La ciencia propia de Adán habría sido la ciencia sólo del bien (no del bien y del mal), es decir, del bien en tanto que incrementable.

El pecado original es la omisión de dicha ciencia y su sustitución por la ciencia del bien y del mal, que compromete al hombre en actividades indebidas.


De esto se habla en L. Polo. Antropología trascendental. Tomo I. La persona humana. p. 173.2
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¿Es el pecado original un pecado de ciencia?

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Sí. El pecado original es un pecado de ciencia.
Es la ciencia del bien y del mal.

La ciencia de Dios es sólo para el bien.

Descubrir que podemos actuar sin Dios es la ciencia del bien y del mal.

Dios no puede hacer el mal.

Decir que podemos ser Dios al comer el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal es la gran mentira del mentiroso.

Es el engaño que nos deja huérfanos.
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¿Qué es el pecado original para nosotros?

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El pecado original para nosotros, al ser concebidos, es un estado de privación. Una carencia con la que todos nacemos. La orfandad original.

Polo defiende la existencia de una revelación primitiva por la que los hombres fueron conscientes de esa carencia.

El hombre se dio cuenta de que no conocía y amaba a Dios como debiera.

¿Por qué? Porque nos hemos alejado, desde el origen, de Dios.




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¿Cómo explica BXVI el pecado original en la Audiencia del 6 de febrero de 2013?

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Copio lo que dijo :

"De los relatos de la creación, me gustaría destacar una última enseñanza: el pecado engendra el pecado y todos los pecados de la historia están interrelacionados. Este aspecto nos lleva a hablar de lo que ha sido llamado el "pecado original".

¿Cuál es el significado de esta realidad, difícil de entender? Quisiera sólo dar algún elemento.

En primer lugar, debemos tener en cuenta que ningún hombre está encerrado en sí mismo, nadie puede vivir de sí mismo y para sí mismo; nosotros recibimos la vida del otro y no sólo en el nacimiento, sino todos los días.

El ser humano es relación: Yo soy yo mismo solo en el tú y a través del tú, en la relación de amor con el Tú de Dios y el tú de los otros. Pues bien, el pecado perturba o destruye la relación con Dios, su presencia destruye la relación con Dios, toma el lugar de Dios.

El Catecismo de la Iglesia Católica afirma que con el primer pecado el hombre “hizo elección de sí mismo contra Dios, contra las exigencias de su estado de criatura y, por tanto, contra su propio bien” (n. 398). Perturbada la relación fundamental, son puestos en peligro o destruidos también los otros polos de la relación, el pecado arruina las relaciones, así lo destruye todo, porque nosotros somos relación.

Ahora bien, si la estructura relacional de la humanidad viene malograda desde el principio, todo hombre entra en un mundo marcado por esta alteración de las relaciones, entra en un mundo perturbado por el pecado, que le marca personalmente; el pecado inicial daña y hiere la naturaleza humana (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 404-406).

Y el hombre, por sí solo, no puede salir de esta situación; sólo el Creador puede restaurar las justas relaciones. Sólo si Aquel, del que nos hemos desviado, viene hacia nosotros y nos tiende la mano con amor, las justas relaciones pueden reanudarse. Esto se realiza en Jesucristo, que cumple exactamente el recorrido inverso al de Adán, como describe el himno del segundo capítulo de la Epístola de San Pablo a los Filipenses (2:5-11): mientras que Adán no reconoce su ser criatura y quiere ponerse en el lugar de Dios; Jesús, el Hijo de Dios, está en una perfecta relación filial con el Padre, se rebaja, se convierte en el siervo, recorre el camino del amor humillándose hasta la muerte en la cruz, para reordenar las relaciones con Dios. La Cruz de Cristo se convierte así en el nuevo Árbol de la vida".


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¿Corrobora el Catecismo de la Iglesia católica la definición que hemos hecho del pecado original?

 


Absolutamente.

Porque el Catecismo dice en su punto 396 :

Dios creó al hombre a su imagen y lo constituyó en su amistad.

 

Criatura espiritual, el hombre no puede vivir esta amistad sino en la libre sumisión a Dios.

 

Así lo expresa la prohibición hecha al hombre de comer del árbol de la ciencia del bien y del mal: "Porque el día que de él comieres, ciertamente morirás" (Gn 2, 17).

 

El "árbol de la ciencia del bien y del mal" (Gn 2, 17) evoca simbólicamente el límite infranqueable que el hombre, en cuanto criatura, ha de reconocer libremente y respetar con confianza.

 

El hombre depende del Creador, está sometido a las leyes de la creación y a las normas morales que regulan el uso de la libertad.

 

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Vean cómo aparecen las nociones de criatura y libertad.

No solamente el hombre depende de Dios como los animales, sino que también debe usar de su libertad respetando, con confianza, las normas morales.

 

Es bonito cómo se introduce en la definición la “confianza”. 

Dios no es solamente Creador, es sobre todo, Padre.