¿Cómo explicar que la relación de la creatura con el creador es real en la criatura y de razón en Dios?

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Rondaba en mí el deseo de explicar un viejo problema: cómo las criaturas tienen una relación real con Dios, cuando en Dios, la relación es de razón, ya que no añadimos nada a Dios.

Un buen amigo, quizá el mejor, me envió hace poco una anécdota luminosa. Él es, entre otras cosas, novelista de narrativa peculiar.

Entonces razoné: nuestros personajes de ficción son eso, ficciones. ¿Y si fueran reales?

No parece aventurado pensar que somos pensamientos de Dios. Y que del mismo modo que, íntimamente, viven en el escritor sus personajes, de alguna manera somos hijos de Dios.

Los objetos de nuestro pensamiento son irreales, su ser es sólo intención de semejanza, se limitan a remitir a la realidad.


¿Y si en Dios, la relación irreal que somos, remitiera a nuestra realidad?
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