La inspiración es la manifestación de la verdad
encontrada.
Inspirar es "manifestar" la verdad encontrada.
Iluminar, por ejemplo, es un modo de "manifestar" esa verdad.
En el momento de la concepción de la persona humana,
nace una vida dual, en la que podemos distinguir (sin que hayan existido por
separado) una vida recibida de nuestros padres y una vida "añadida",
que es actualizada por la persona que acaba de ser concebida. De ahí que
podamos hablar de un refuerzo o asistencia permanente de la vida, manifestación
de la persona creada.
Pues bien, la vida añadida no se limita a reforzar la
vida recibida sino que se "inspira" en ella, manifestándose al ir
encontrando la verdad.
Gracias al cuerpo (que en cuanto dimensión de la vida
recibida nos sitúa en el mundo) la persona se inspira, se manifiesta, y se
compromete.
La inspiración más alta es la que acontece cuando se
encuentra, en el tiempo, la verdad personal: es el enamoramiento. La persona
canta a su réplica, más o menos bien, según la medida de su inspiración.
La réplica no es una idea fija, acabada, sino que en
la medida en que se va encontrando, inspira el canto interminable con el que,
en el Hijo, daremos gloria a Dios.
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