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Ciertamente el libro "Quién es el hombre"
culmina en las últimas páginas del capítulo X.
El "acontecimiento"
del que se habla allí, es el encuentro con la verdad.
¿Qué es esa verdad que Polo llama verdad
"personal", o mi verdad?: esa verdad es la persona que "seré", trascendentalmente, en Dios.
No se trata aquí de la verdad frívola del cesto de
Caperucita.
Se trata de la noción, que en otro contexto, Polo
llama "mi réplica".
Cada uno tenemos nuestra réplica en Dios. Nuestro canto a Dios, en Dios.
El marco del capítulo X (el último de "Quién es
el hombre") es la dualidad propia de la
libertad trascendental (no hablamos aquí de la libertad de escoger
entre cerveza o coca, o de la libertad posible en la esencia humana).
Veamos la conclusión:
La libertad trascendental es dual.
Su miembro inferior es llamado por Polo "libertad
nativa".
El miembro superior lo llama "libertad de
destinación".
Mi verdad va apareciendo en el trayecto o actuosidad
entre una y otra. Es decir, entre el Origen (nazco en la libertad de la llamada
inicial de Dios o libertad nativa) y el Destino (somos libres de destinarnos,
si queremos).
¿Y quién es el beneficiario? El Hijo.
Mi réplica está en el Hijo. Mi réplica no soy yo. Es
dual.
Somos hijos, en el Hijo. Si queremos.
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