¿Por qué la Ética es a menudo relegada?

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Porque vivimos dispersos.
Vemos aparecer diversas legalidades que nos instan a actuar y no sabemos a qué atenernos. Entonces la ética es una legalidad más, que se transforma, como diría Nietzsche, en moralina, una especie de cataplasma o de reglas extrínsecas, carentes de justificación, que cede ante leyes aparentemente más rentables.

La economía con sus leyes, por ejemplo, parece que "debe" guiar nuestro comportamiento.
O la biología, que nos impondría genéticamente nuestro modo de actuar.
O la psicología, que nos mostraría el camino para una vida sin sobresaltos.
Las legalidades "científicas" e informáticas se multiplican y nos dispersan.

La ética aparece como una legalidad más. Y no la primera.
Esto no puede ser.
La Ética es la legalidad que aúna todas las demás, desde lo alto. Indicándonos lo que es humano, lo que nos hace crecer humanamente.

El hombre es un ser complejo, sí, pero unitario (tendente a la unidad): todas las legalidades se aúnan, radicalmente, en su actuar "humano". Es "humano" si crece, libremente, armoniosamente. Si no, no hay legalidades que valgan. Es un hombre fracasado o perplejo.

La Ética es el arte de conducir la vida, de hacerla crecer.

La Ética vuelve a ocupar su sitio cuando aunamos nuestro comportamiento, buscando el sentido de nuestra vida. ¡Qué gozo el encontrarlo!, (en el futuro).

De esto habla Polo en "Ética". Hacia una versión moderna de los temas clásicos. 2ª edición. Unión Editorial. p. 17.2

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