La persona se abre hacia afuera gracias al hábito de los primeros principios reales. Y también gracias a la sindéresis.
De ese modo nos abrimos (eso son los tipos de coexistencia) al universo y a las demás personas.
La coexistencia interpersonal es el marco que da sentido donal a nuestra apertura al universo.
Es crecimiento esencial de la persona.
Sin ella, el trabajo sería una mera producción semejante a la del ser primero o sentido genético y temporal del ser. (ver etiqueta 1.1.1).
Seríamos como las abejas, que producen miel, pero son incapaces de amar. Pican.
Nosotros, al contrario, podemos trabajar por amor a alguien.
Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 349.2
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