¿A quién le corresponde elevar la naturaleza?

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La persona es libertad.

La persona humana, nace y vive en una naturaleza que, de entrada, no es libre: somos lo que hemos recibido.

La persona, gracias a los hábitos que nacen de ella, eleva la naturaleza convirtiéndola en esencia de su ser personal (es decir, en manifestación, disposición, iluminación y aportación, que son cuatro maneras de denominar a la esencia según los cuatro radicales).

Concretamente, es la sindéresis la que va haciendo suya, libremente, la naturaleza recibida, elevándola.

Por ejemplo, el cuerpo, el vestido, mi pluma y mi sangre son entonces cauce de mi libertad. Si quiero.


Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, nota 26, p. 338

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4 comentarios:

Francisco Molina dijo...

Parece que estamos en el mismo camino, y me alegro. Haré próximamente una entrada en mi blog sobre la esencia, siguiendo la propuesta de Falgueras. A ver por donde salimos. Un abrazo

Joseph Kabamba dijo...

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A propósito de Ignacio Falgueras Salinas. Estoy leyendo con atención uno de sus escritos teológicos, publicado en Miscelánea poliana : "Se hizo semejante en todo como nosotros".
Como siempre, es muy sugerente.
Pero quizá tú me puedas explicar algo que no entiendo.

Dice que el ser de Cristo no es personal.
Argumenta que en todo hombre han de distinguirse su ser y su esencia. Y que nuestro Señor tomó el ser y la esencia humanos.
Es en la nota 109 donde dice que el ser humano de Cristo no es personal, sino asumido por la Segunda Persona de la Trinidad y plenificado por ella, sin dejar de ser humano.

¿Si el ser humano de Cristo no es personal, es entonces un ser digamos solamente físico?
Su argumento me ha desconcertado.
Yo pienso que el ser de Cristo es el Ser de la Segunda Persona de la Trinidad.
La Persona de Cristo no es humana, no es creada, sino divina.

¿Puedes aclararme algo?
Me alegro de que vayas a hacer una entrada en tu blog sobre la esencia. Allí nos vemos.

Atentamente
Joseph Kabamba

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Ignacio Falgueras Salinas dijo...

Estimado Joseph: Puesto que pregunta algo sobre mi escrito "Se hizo en todo como nosotros", concretamente sobre el ser de Cristo, le responderé personalmente.

Primera y principal indicación: estamos ante un misterio, el mayor misterio para una criatura, a saber, que Dios se ha hecho hombre.

La única manera posible de entender el misterio de la Encarnación (según la doctrina revelada) consiste en entender que ni el Verbo perdió nada al asumir la naturaleza humana, ni Él quitó nada a su humanidad cuando la asumió (perfectus Deus, perfectus homo). Se trata de una relación donal pura, que nada tiene que ver con la causalidad ni con la producción, sino que es una donación gratuita, sobrante y sin menguas.

Por tanto, si Cristo ni quitó nada a su humanidad cuando la asumió, la humanidad de Cristo debe constar de lo que todo otro ser humano, a saber, de ser y de esencia. Por eso en Cristo (una sola persona) existen, en cambio, dos naturalezas o índoles: la divina y la humana. Y el hecho de que existan dos naturalezas en Él sólo es posible gracias a que es una sola persona, de lo contrario no habría habido encarnación del Verbo, sino dos personas, una divina y otra humana, y en tal caso la persona de Cristo-hombre no sería el Verbo, sino una persona humana: Cristo-hombre no sería el Verbo encarnado.

Precisamente para que, como sabemos por la fe, la persona de Cristo sea la persona del Verbo es preciso que el ser humano de Cristo “no” sea persona, sin que le “falte” el serlo, puesto que es asumido directamente por la Persona del Verbo, pero también sin que sea anulado al ser asumido, de lo contrario Cristo no “sería” hombre. Pero Cristo "es" Dios y "es" hombre. Por tanto, en Él existen dos actos de ser, el divino, que es personal (Verbo), y el acto de ser humano, que es "ser" pero no es persona, no porque le falte ser persona, sino porque es "asumido" o hecho suyo por la Persona del Verbo. En el resto de los humanos el ser es la persona. Todos los hombres "somos" iguales según el rango de nuestro ser (espíritu o persona). En Cristo hemos de distinguir entre la Persona de Cristo, que es espiritual-divina (de rango superior al nuestro), y el ser humano de Cristo que es espiritual, pero no personal, es decir, de rango igual al nuestro (espíritu humano), y superior por estar asumido personalmente. Esto no significa otra cosa, sino que el ser humano de Cristo está vivificado por la Persona del Verbo, pero sin perder su idiosincrasia, antes bien sobreelevándola.

Dicho de otro modo, la naturaleza humana de Cristo es superior a la nuestra sin dejar de ser semejante a la nuestra, y esa superioridad radica en que la Persona del Verbo vivifica al ser humano de Cristo y se expresa mediante su esencia humana. Decir que Cristo es perfectamente hombre es sólo decir que tiene una naturaleza semejante a la nuestra, no exactamente igual, porque nosotros no somos hombres perfectos y Él sí, y cuando seamos hechos perfectos por Él podremos formar parte de su Cuerpo en la gloria.

Para más detalles puede ver mi escrito “El cántico de Salomón”, cuyo apéndice final versa directamente sobre esta cuestión, y puede encontrarlo en Miscelánea Poliana nº 8 (2006).

Saludos cordiales,

Ignacio Falgueras

Joseph Kabamba dijo...

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Es un gran honor, don Ignacio, que se asome a este blog que no tiene otra finalidad que facilitar el acceso a la filosofía poliana.

Desde que usted publicó el "Esbozo de filosofía trascendental" me intereso a esa línea de investigación que pienso será, ya lo es, de gran calado.

Perdone que no me haya dirigido directamente a usted cuando expresé mi desconcierto ante el escrito que comenté a Francisco Molina.

Admiro ahora su amable respuesta que quita cualquier duda. No me había pasado por la cabeza un acto de ser humano que no fuera personal.

Si no abuso de su tiempo, agradecería que me aclarara, en este contexto, la afirmación de Polo en "El hombre en la historia" p.98.6, cuando dice:

"En Cristo no hay persona humana, ni esse creatural humano : en vez de creación hay asunción". " El esse humano pasa a ser esencia asumida por la persona divina".

He comenzado a leer el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar". Espero que pronto tengamos otros adelantos de esta propuesta que promete tanto.

Muy atentamente

Jospeh Kabamba