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La dualidad radical de la
persona humana debe ser una dualidad que esté presente en la raíz de cada
dimensión de la persona humana.
La doble dualidad de los trascendentales personales propuesta por Polo como dualidad radical de la persona humana no es la raíz, sino que “es” la persona humana.
Esta doble dualidad es trascendental, pero la raíz es aquello de la persona que posibilita la dualidad con Dios (transcendental, de ahí que hablemos de aperturas transcendentes).
La “raíz” es precisamente donde se da el contacto con el Origen.
Sin embargo, en la raíz de cada trascendental personal encontramos dos miembros que permiten la transcendentalidad. Estos dos miembros, que Adam llama miembro primario y miembro segundo, son el nacer-destinándo.se.
La humildad
transcendental es un nacer-destinándo.se del co-ser.
La esperanza transcendental es un nacer-destinándo.se de la libertad.
La fe transcendental es
un nacer-destinándo.se del entender.
La caridad transcendental es un nacer-destinándo.se del dar.
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